20070814

EN EL SEGUNDO VAGÓN, UN QUIERADIOS



Me pregunto porqué no los ha fulminado con un rayo de esos con los que se deja seco a más de un inocente. Llamo inocente, para el caso, a todo aquel que no tiene entre sus maneras de hacer las de fastidiar a nadie ni el lucrarse a su costa. Pero reconozco que son pocos. Siguen impertérritos como si todos los que estamos aquí no fuéramos más que muebles de pura decoración ferroviaria. No quiero, pero les escucho sin poder evitarlo:

- No, no, si el martes le advertí que la cuenta de ellos la teníamos como preferente, pero no creo que confiara mucho en eso. A Juan, lo tengo de mi parte y los dos tenemos interés en lo mismo. Vamos a cerrar ya mismo esa cuenta y nos tragamos las otras tres para que el jefe no nos diga que si esto que si lo otro…
Si, si, llámame y nos tomamos unas cervezas con Nati, tengo ganas de seguir las buenas costumbres… No allí se come bien y queda cerca… ¡qué va, si me miraba sin parpadear el sábado cuando iba con él!.. Si, no esta mal, pero se lo tiene muy creído...

Así con vainas de estas está el tío dando voces sin dejar leer, dormir o descansar, o simplemente, con la vista del paisaje que pasa a toda ostia, a los que estamos en el vagón número 2 de esta unidad, como la llaman los de RENFE a los trenes.

Por favor Dios, o quien seas que ha organizado todo eso de la vida, pégale un guantazo a estos membrillos que, sin hacer caso de lo que les han dicho por los altavoces al iniciar el viaje para que hablen con el móvil en el final del vagón, están jodiéndonos con sus mandangas de ejecutivo de mierda o sus sandeces. Mira el uno al entorno como diciendo lo importante que es y esperando que le soportemos con admiración y complacencia. ¿Cuántos gilipollas tenemos que soportar para redimir nuestra tendencia a no entrar en conflictos? ¿Por qué tengo que llamarles la atención como si fueran críos, si ya son mayorcitos? Eso me revienta las tripas.
Por favor te lo pido si estas por ahí, déjale afónico tres semanas o que se le gripe el móvil. Nos la está dando…

Y luego viene el otro este que tengo a mi lado, con pinta de que no le ha visitado la razón jamás en su vida, o que se la dejó entre las tablas de pimientos, agarrada a las verdolagas, y se me pone a dar voces por el móvil, para asegurarse de que su hijo, vaya a casa de su tito, como dice, porque van a comer allí y como no sabe terminar una conversación sigue:

- Que estamos en el tren toavía, así es que…
- No, dile al Alberto que vaya también, que dijimos que se fuera, porque queremos que vaya, así es que…
- En el porche lo dejé; mira que te lo dije veces, allí esta sin farta, así es que…

Por favor: un rayo de esos que se ven en las películas, que les despeguen el culo del asiento y se vayan a hablar al descansillo y nos dejen tranquilos. ¡Qué jeta tienen! ¡Y qué poca educación traen hasta aquí!

Por la ventanilla pasa la meseta haciendo juegos de física con la marcha, rápida cerca, lenta a lo lejos. Los amarillos de la paja de los rastrojos iluminan las cinco y media de la tarde caliente mostrando la soledad de los campos entre sierras. Tendré que meterme en mis adentros, como cuando voy en el metro, y hacer juegos de pensamiento dejando suelta la imaginación. Creo que Dios para estas y otras cosas, se hace el sordo.