20110701

LA CALENTURA DE HOY

Abierto esta el camino que va hacia el valle de los molinos, quemado por el sol y entregado como está al paso de ovejas y bestias de todo pelaje, que en el estío que se padece estos días del año del dos mil y once suelen hacer vía por él, yendo y viniendo, para apaciguar las necesidades que con este tiempo de mayor calor son muchas, y por ello padecen los cuerpos y penan las almas. En el horizonte, cerca de las sierras que cubren el valle, los verdores que se arriman al río Becea, que alguna humedad retiene, ceden ante los cielos quebrados de azules intensos y estelas de nubecicas que aún se atreven a estar por estos campos. Una barrera de olivos, que se asientan en la boca del valle presumen de su resistencia al calor con su pálido verdor. El aire se mueve caliente y hace bailar los rastrojos que yacen abandonados desde el mes pasado en que les hicieron la cosecha.

Dos cernícalos sobrevuelan buscando comida y las chicharras aserran todo el silencio que llegó desde las noches pasadas. Llegará la tarde, caerá el sol, como cae el ánimo exhausto, luego de pelear todo el día con sudores y esta calentura que suele traer los días en que no llega siquiera a tormenta. Bochorno le llaman y aun queda corto si por hacer justicia hubieran de llamarle tormento. Las chicharras callarán de nuevo y Venus se asomará para ver los estertores de un sol enrojecido, desgranándose como una granada en sazón. Las ranas de las charcas del arroyo se dejarán oír y las golondrinas del alero interrumpirán sus vuelos rasantes cogiendo agua de la alberca. Una primera brisa apuntando frescura subirá desde el soto y yo no me atreveré a presentarme delante del televisor para ver las noticias.

El mundo se descompone como siempre, por el dinero, pero puesto que ahora ,éste ,corre mucho mas caudaloso y mejor, viéndose lujos y haciendas, más que de aquellos emperadores que nos contaban, la descomposición hace que pueblos enteros se corrompan entre la alegría y fiesta de unas gentes bobas que juegan a ser ricas sin tener un maravedí que hacer saltar de la mano. Moisés hizo romper las Tablas de la Ley cuando vió el Becerro de oro, ahora, como no se rompan los Tratados de la Unión y se haga uno con los mejores cachos, juraría que no tiene el asunto remedio.

Habrá que agavillarse junto a las gentes de bien que, entre otras cosas, saben apreciar la mejor naturaleza humana y se les nota; porque saben atender, en lo que esconden estas noches de verano plenas de luminarias en un cielo que siempre nos ve sin hacer más caso que el que tiene medido de su condición infinita y que le ordena el propio Universo. Vega , presidendo su constelación, se pondrá encima de mi cabeza y desde allí volverá a decirme que sosiegue el ánimo; que mucho ha de pasar para perderlo con motivo. Aún debo aprender a llevar el pulso de las estrellas.