20130119

LOS MIRLOS COMENTAN




Los mirlos (Tardus merula) cantan desde arriba, en los árboles de la plaza. Comentan sus cosas cuando me ven de nuevo comprando el periódico a la misma hora de siempre. Llueve agua fría en pequeñas gotas difíciles de ver y esquivar, pero siguen comentando desde las alturas, no les inquieta la lluvia fina.
Éstos no pueden ser los mismos mirlos que discutían cuando yo era chico y pasaba cerca de ellos al ir al colegio. Me sentaba mal oírlos y no enterarme del significado de su conversación. Es como cuando ves a varias personas hablando, mirándote y no saber lo que dicen. No creo que lo hagan por mala educación; ellos están enseñados para hablar sin ningún prejuicio.
 La lluvia si es la misma. El agua, es otra agua, quizá vino de las profundidades del océano Atlántico  y fue subiendo hasta llegar hasta aquí, traída por el viento del Ártico, según dicen. Estos mirlos de la mañana igual son descendientes de aquellos, o de los que hablaban en la mañana temprano cuando iba a coger el metro para ir al trabajo. Arriba, en los bloques de viviendas de la calle del Bronce, se entendían sin problemas y los oía desde abajo, con claridad. El aire frío es espeso, denso, y hace que se propague el sonido mejor. Me fui acostumbrando a sus preguntas, sus interrogaciones, que una vez las contestaba otro y en otras se hacía el silencio, ¿estarían esperando que contestara yo? Me hubiera gustado hablar con ellos pero sigo sin entenderles. Lo más que alcanzo a entender es cuando hacen alguna afirmación, que suele ser contestada por alguno de ellos. ¿fiuuufufiufufiii?  ¡uiuuufio, fii, uiuufio! Los mirlos son grandes conversadores, Llenan la plaza con sus comentarios y suplen a la perfección el silencio de los solitarios que pasamos. Si aparece alguna pareja o dos transeúntes hablando, se callan. Esperan a escuchar lo que dicen y luego lo festejan.
Desde lo alto de los árboles de la plaza se enteran de los desmanes del Gobierno, de nuestras tragedias, y se preguntan cuando vamos a reaccionar. Cuando les vamos a decir a todos los que se metieron en política que despierten o se vayan. ¿O me lo dicen a mí, que reaccione yo?
La voz del mirlo se oye desde lejos. Hablan mientras yo paso callado, preocupado. Nadie les observa y sin embargo allí están y se hacen presentes con sus voces. Me pregunto si fuera verdad lo de la reencarnación en otras naturalezas, si en otra vida pude ser yo un mirlo. He pasado casi toda mi vida entre gente y, casi siempre, no estoy para la mayoría. En las fotos de mi gente siempre fui el que las hacía y no aparezco por ninguna parte. He hablado, y me he hecho notar en ocasiones, pero al final, como los mirlos, hablo, comento con los propios y nada. No pasa nada, nadie observa, nadie hace caso, nadie contesta. Tendré que aprender el lenguaje de los mirlos.