En el pequeño jardín que tiene la casa
delante de la fachada planté una portulaca umbratícola mezclada con flores de distinto
color. Amarillas, rosas, y rojas, se abren con la mañana dando luz a la
entrada. Mas adelante, junto a la entrada he plantado un dondiego de noche que
tiene por costumbre abrir sus flores, también mezcladas en color, durante la caída
de la tarde y alegrando la noche, flores abiertas y perfumadas, toda la noche. Si,
lo he hecho así a voluntad. ¡Quien pudiera encontrar la medida necesaria para
tener alimentada la alegría y la buena disposición día y noche!
En estos días del estío la presión atmosférica
cambiante durante el día y a noche suele trocar el ánimo predisponiendo a
buenos o malos humores. Por eso, es conveniente tener salidas para lo que se
pueda presentar. Ser prudente y provisor suele trae buenos réditos, también
para los negocios del ánimo.
Las dos
plantas tienen fototropismo, una negativo (el dondiego) y la otra positivo. La
portulaca, de la familia de las verdolagas es comestible y su naturaleza
suculenta es buena para ensaladas.
Posiblemente pocas veces recurriremos a
ellas para llenar la ensaladera, pero solo saber que son útiles para eso también
les da un valor añadido. El dondiego es toxico, no se puede comer. Así pues la
del día es aceptable para su ingestión la reina de las sombras no.
Sin embargo, el dondiego inunda de un
hermoso perfume todo el entorno donde crece y la portulaca es totalmente
inodora. Las dos no tienen un lugar previsto. Solo les dí el que encontré
entre el macizo de las demás.
El jardín donde las planté, está lleno de plantas
ordenadas para que enseñen un desorden natural, así, como suelo hacer yo las
cosas, ordenadamente desordenado. Como las estrellas en el firmamento, como las
sendas de la montaña, sin orden y trazado conocido pero con objetivo certero que le dan los que pisan el
itinerario, respetando el ordenado desorden de la naturaleza.
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