Esta mañana de luz intensa
atravesé los bancos de niebla del Guadiana para acercarme a Tresenzinas. El
frio de la madrugada aun se dejaba sentir por los caminos. La humedad de la
noche, que antes fue escarcha, mojaba toda la verde pradera de la entrada y aun
quedaban algunos hongos entre ella. Algo perdido terminé paseando por el camino
intentando dejar atrás tanta desolación como vamos acumulando en estos tiempos
de penurias, tristezas y con los embates de la chulería que muestra el poder
financiero y sus serviles con poder. Una peonía me saludó con las tiernas hojas
del invierno abiertas entre la maleza y cuando levante la cabeza de observarla
con detenimiento vi los membrillos brillar desde mediodía. Me acerqué para ver
que pasaba y la sorpresa me dejó algo perdido durante un momento. Habían
brotado las flores y las primeras hojas, que la helada de la noche se había encargado
de arrasar. No eran unas pocas, estaban los tres árboles llenos de sus blancas
flores que aún conservaban la ternura de su salida.
En diciembre hemos vivido días
de una temperatura totalmente anómala, totalmente primaveral y, así, los
membrillos debieron pensar que era el tiempo y sacaron toda la provisión de
flores que guardaban. La naturaleza tiene sus tiempos. Su repetición temporal
hace lo que llamamos clima propio de una tierra. Y el clima ya no es lo que
era.
Dicen los campesinos del
Rin cerca de Basilea, que si las casas se llenan de insectos fuera de tiempo,
les espera un invierno largo y rudo. Los pastores
del valle de Blenio, en el cantón del Tesino, miran con detenimiento las nubes,
y sobre todo la flora silvestre. Si las
hojas de los arbustos de follaje tardan en caer en el otoño, es señal de buen
tiempo, y el regreso de las cabras a los establos puede ser retrasado por
algunas semanas. Así en todas las regiones del mundo, los
paisanos saben interpretar las señales de la naturaleza cuando aparecen.
Es totalmente razonable pensar que la
naturaleza, que se rige por leyes propias y totalmente consecuentes, cuando cambia
de manera excepcional el clima de una región, es porque viene condicionada por
el orden global del clima del mundo. Así pues las flores de los membrillos
salieron por las cosas que están ocurriendo en todo el orbe. Ahora que nos
podemos permitir ver la tierra desde arriba a diario, y desde nuestra casa, con
el Google Earth, podemos ver como las corrientes de aire y de vapor de agua
vienen cambiando lo que pudiera haber sido su comportamiento habitual. Las
flores del membrillo tienen la misma consecuencia que las cosas que están ocurriendo
en el continente americano. Mi pregunta fue, cuando vi las flores arrasadas ¿volverá
a florecer en primavera? Puede que sí, pero me temo que lo que se agota antes,
sin que hayamos podido evitarlo, quizá no vuelva a florecer. Lo que hace que me
sienta con un vacío ahora. Tratare a mis membrillos con más calor que años
anteriores, igual cogen ganas de volver a intentarlo en abril.
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