En el taco del
calendario de la Redacción, que se podía ver desde el pasillo, la hoja decía:
día, 24 de mayo, jueves; más arriba en números: 1956; el Corazón de Jesús en el
cartón del taco tenía la mirada perdida, como si estuviera en otras cosas. Pasó
Julio de Sosa, con el cigarro pendiente del labio, a la sala donde aún no
habían llegado los compañeros. Las cinco de la tarde. El sol proyectaba un foco
trapezoidal sobre el suelo donde las baldosas enseñaban los dibujos geométricos
de su cenefa, las del centro de la sala apenas se veían con el fuerte
claroscuro que el sol imponía. Se sentó derrengado en el sillón de su mesa. El
sopor de la digestión de unas alubias le estaba abotargando aún y la soñarrera
era evidente. Buscó entre sus papeles y al momento estaba escribiendo en su
máquina Underwood, El sonido uniforme del teclado no tardó en agravar el sueño
que le estaba invadiendo. Paró un momento, se restregó la cara con las manos y
echó la cabeza para atrás. Se quedó pensativo y, al momento, miró hacia la
ventana; se fue hasta ella; la abrió y una brisa fresca empezó a entrar a la
sala de Redacción, con ella, el fragante aroma de un cinamomo que debía estar
no muy lejos. Oyó Julio que en el piso de abajo abrían la puerta principal del
Diario, alguien venía hablando con otro, oyó las pisadas subiendo la escalera y
al momento se despejó la incógnita: eran Luis y Suso que se incorporaban al
trabajo. Mientras se acercaba él a la bombona del agua, junto al perchero, se
saludaron levantado las manos y los tres, al minuto después, como autómatas, empezaron a escribir en sus máquinas. – ¡Suso!- dijo Julio- ¿Estuviste tú el otro
día en la feria del pueblo? Dicen que hubo gresca con el Gobernador ¿Siii? –
Hombre, gresca, gresca, lo que se dice gresca no, pero sí hubo un pique del
señorito con las palabras del cura. Aprovechó la ocasión para soltar que los
dineros del arreglo de la Iglesia aun no habían ido al pueblo. Y lo peor es que
sacó lo de los cuartos del arreglo de la carretera, por donde no pasa ni la
Santa Compaña, pero es donde está la casa de campo del Presidente. Cuando lo
oyó él se removió con bastante cabreo y se largó de la Iglesia. El gobernador
se fue luego sin despedirse del cura y parece ser que no le van a dar un duro.
– Jodeee, pues ya la ha liado es señor cura.-Dijo Julio - ¡Nooo que va!, -
replicó Suso- eso lo arregla el
obispo en un pis pas. Luis que estaba oyéndolos atento se salió del tema,
cogiendo al vuelo la ultima frase de su compañero. – Quien me la ha liado bien es un gilipollas que me sacó de la carretera,
ayer al atardecer; por la carretera del pantano de Proserpina viniendo para acá:
un imbécil, en dirección contraria, con un Panhard verde claro, a poco me
embiste; tuve que dar un volantazo y me salí de la carretera. Aun me dura el
susto. – Julio, se le encaró escéptico y le dijo: -¿Como sabias que era un Panhard? Aquí no hay de esos. – Los conozco,
los padres de la novia que tuve en Burdeos tenían uno igual.
Seguían
escribiendo sus crónicas y noticias del periódico del día siguiente, cuando de
improviso el teletipo se puso en marcha, los tres pararon, se miraron, y el más
nervioso, Julio, se levantó como un resorte y se fue hasta él. El telex,
escupía su papel a golpe de sus anotaciones como ametralladora. Agarró el sifón de la mesa y se sirvió un
chorreón con ginebra en uno de los vasos que esperaban boca abajo. Leía
mientras se echaba la bebida y su cara se fue cambiando de inexpresiva a de
excesiva atención. Acercó la cabeza para leer mejor. – ¿Que dice? Le interrogó Luis con cara de no disimular su
curiosidad. Julio levantó la mano sin decir nada pero entendieron que les hacía
callar; que esperaran. El telex paró y él arrancó el texto. Se puso a leerlo
con detenimiento. Miró a los dos, todo excitado, se atropellaba con las
palabras: - Ve… venga chicos tenemos materia para unos cu …cuantos días. Jodé,
jodé, jodé, ¡han matado a un diputado en su casa!; ¿has traído el coche Suso? –
Sí, está abajo. Llama al director, Luis y dile que vamos a coger información en
la casa del diputado, en la policía y en la Morgue. Dejad todo, ya vendremos
para terminar lo demás más tarde.
Bajaron las
escaleras saltando los escalones de dos
en dos y en unos minutos estaban de camino para sus destinos. Llegaron a la
Comisaría; les dijeron que había muerto un diputado provincial, un escopetazo
de caza en el vientre. Habían usado un cojin para silenciar el disparo...
Resultó ser Claudio, amigo de estudios de Luis. Fueron a su casa y luego de dar
el pésame a sus padres, que no sabían nada de que tuviera enemigos su hijo, ni
que estuviera en problemas económicos. Se despidieron y fueron a la Morgue.
Julio se encargó de hacer las fotos del muerto, cubierto con una sábana
manchada en sangre, con la Kodak de la Redacción.
Cuando volvieron
al periódico iban haciendo cábalas sobre el incidente. Julio, que le gustaba
hacer de detective cuando había cualquier enigma, se puso a especular. – Vamos
a ver, si damos por bueno lo que dicen los viejos del muerto, habría que
descartar un asesinato por venganza o por asuntos políticos, y también por
motivos económicos, así que nos queda el móvil pasional. – Joder Julio, -dijo
Luis- deja de hacer de policía, que para eso ya están ellos. Además Claudio era
un tío muy corto con las mujeres y algo tímido. Que yo sepa no salía con nadie.
Se pasaba últimamente sus ratos libres viajando. – No te fíes de los cortos; bueno
vale, pero en estas cosas de los asesinatos, los móviles son los que son, basta
con descartar todos menos el último que será el que conduzca al asesino.
Volvieron a la
redacción y el Director repartió el trabajo. Al día siguiente salía el camión
de reparto con los periódicos, en la primera plana figuraba la foto de la
Morgue que hizo Julio, aunque era en blanco y negro, la mancha de sangre se
definía claramente y se comía la página, diríase que la mancha en negro y gris
de la sangre, se grababa en la mente de lector en rojo.
Al día siguiente
sonó el teléfono de la Redacción cuando, como siempre y puntual, estaba Julio
solo. - ¿Si? Si es la redacción, soy Julio, señor Comisario. Si. Ya, ya…. No si
yo había pensado en eso. Descartando enemigos conocidos, motivos económicos…
solo queda el pasional ¿no? Si…si… ¿A Burdeos? Si parece ser que viajaba
bastante, según sé. Pues mire, busque un coche Panhard verde claro, la otra
noche se le vio circular a toda velocidad por Proserpina. Ese coche es raro
aquí. Es francés. Si, si. De nada.
Dos días después
detenían al padre de la antigua novia de Luis, que se había cargado al diputado.
Había violado a su hija, luego de acosarla durante meses. No hizo falta mucho
más para coger al pájaro.
(Publicado en el diario La Tribua de Ciudad Real el 23 de mayo de 2015)
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