Contó Miguel, un chico de treinta años y con mucha vida interior, que un día de octubre, la luz de la mañana le alumbró a las ocho. Al encender la radio, oyó las noticias con poca atención hasta el momento en que dijeron las de sucesos, especialmente la información de que, en el país, uno de ellos en su región, se habían descubierto a varios jóvenes asesinados, todos con cortes en la yugular, al parecer con un afilado cutter. No le dio mucha importancia, posiblemente por el tono de la noticia. Creía que era una de las que de vez en cuando conocemos y que las ves a distancia, sin que afecten demasiado. Mas tarde, a las diez, cuando iba en el coche, informaron que los asesinatos se habían cometido, en su totalidad, en sitios donde había mucha gente. Sin embargo, pese a la concurrencia, y sorprendentemente, nadie se dio cuenta de los sucesos hasta ver los cadáveres. Por la forma de las heridas habrían sido sorprendidos y no les dio tiempo a defensa alguna. Esta insistencia en la información le hizo que se tomara interés e imaginó el momento, con la vida huyendo por la garganta abierta, mojando el cuello del caliente y vital líquido rojo. Lo contaba y me miraba con la angustia en sus ojos.
Como vivía solo y pensaba más de la cuenta, estas cosas le causan temor.
Más cuando en la policía se mostraban bastante preocupados por la posibilidad
de nuevos incidentes mortales.
Como si la naturaleza estuviera en
los hechos, por la tarde de aquel día se hizo la oscuridad casi cerrada con
unas nubes negras, cargadas de agua, oscurecidas por su tremenda densidad que
cerraban el día tres horas antes del atardecer. El viento de la tormenta que se
echaba encima movía su pequeño coche cuando llegó al centro comercial. Debía
comprar las cosas de la comida del día siguiente, e iban a cerrar. Subió
deprisa desde el aparcamiento y, nada mas llegar arriba, con un enorme trueno,
se apagaron las luces. Ni siquiera las de emergencia funcionaban y el centro
comercial había quedado en penumbra, casi oscuridad, en la que con dificultad
se podía ver para caminar. Se oían algunas voces hacia la salida. Conversaciones
lejanas, pasos, cierres y el arrastrar
de carrillos. El silencio se iba
adueñando del edificio. Su respiración tomó cuerpo y los pasos con las
pulsaciones fueron marcando, pausadamente primero y aceleradamente después, su
progresiva inquietud. No vio salida y el miedo a ser tomado como furtivo ladrón
se trocó por terror cuando oyó pasos entrecortados, nerviosos, de unos tacones
que no contestaron a sus preguntas: ¿hay alguien? dijo. Solo hubo silencio.
De improviso, en el cristal de la tienda de móviles vio su cara, como congelada
en blanco y negro, que le miraba. Parecía la que buscaban en toda Europa por
asesina en serie. Hábil con el cútter y un largo punzón de sangrar carnes.
Miró buscando salida, pero no pudo mover los pies. Se agarró al quicio de
la puerta y a la esquina del comercial mas, pese a todas sus fuerzas, no podía
mover los pies.
Quería pedir ayuda, pero no pudo sacar ningún sonido de la garganta. Solo
podía mover los ojos, angustiado… no, no, no podía moverse. Estaba inmovilizado
de terror. No podía chillar, ni moverse del sitio. Escuchaba el silencio y
luego roto por el suave arrastrar de unos pies que se acercaban. El frío de su frente
se le fue hacia el corazón que no atendía a razón alguna. Sentía como un
caliente líquido corriendo por su piel. Súbitamente la vio, la tenía frente a él
y le sujetaba el brazo. Metió su mano por su cintura y levantó la otra con algo
brillante. Pensó en el cutter. Le cogió la cabeza y acercándola suavemente a la
suya, cuando creía que le iba a hablar quedo y sintiendo su aliento… le besó
suavemente, con los labios frescos, tiernos y entreabiertos. En ese momento se le
empezaron a movilizar todos los miembros del cuerpo. La miró a los ojos y
sonriendo dulcemente le dijo: Miguel, te he estado viendo todos los días que
venías a comprar y estaba obsesionada con besarte. Me atraes mucho y creo que
me estoy enamorando de ti. Si te parece bien, en el bolsillo te he dejado mi
teléfono. Llámame.
(Publicado en el periódico La Tribuna de Ciudad Real el día 27 de abril de 2013)
(Publicado en el periódico La Tribuna de Ciudad Real el día 27 de abril de 2013)
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