Urbicain. 6 de mayo, martes, de 1986. Longinos
Gabbiani, mi cordial amigo del Antico
Forno Antonino, cerca del Palazzo de Capodimonte, en Nápoles, me escribió
ayer y me daba la buena noticia de un posible yacimiento romano cerca de su finca
en Avellino. Había avisado a las autoridades y lo desecharon por creer que
estaba ya expoliado desde el principio del siglo. Longinos pensaba que aún
podía tener grandes cosas. Arquitecto, aunque no ejercía desde que se encargó
del restaurante familiar, sabía que las estructuras encontradas eran importantes.
Le llamé por teléfono y mostró mucho interés en que fuera con él. Me lo pidió
por favor, pero el favor me lo hacía a mí. Una nueva aventura profesional que me
interesó mucho. Pasar unos días con él allí me vendría bien. Según me había
descrito él, los arqueólogos del museo para la estratigrafía arqueológica
empelaron la Matriz Harris, que es una base de trabajo bastante buena y solo
podría faltar completar la dimensión temporal. Decía tratarse de una domus romana (casa particular); la
Administración creía que no eran de gente principal y él, si creía en la importancia de los que la habitaron.
Me despedí de la familia y saqué el
billete del avión; el jueves, con mis cosas de trabajo me fui a Nápoles.
Aterricé en el Aeropuerto de Nápoles-Capodichino, y allí estaba esperando
Longinos que, como siempre, me dio un abrazo que casi me deja sin respiración, además
de dos besos. Me llevó hasta su restaurante a comer, con un vinillo Asprinio di Aversa que lo acompañamos
con marisco recién cogido del mar, comimos como dos reyes aqueos. En el
yacimiento, según me dijo, habrían encontrado diversos objetos, que estaban en
el museo, piezas pequeñas de ajuar domestico, restos de loza griega, vasijas decoradas con motivos geométricos y otras con plantas.
– Ese puede ser un buen síntoma. -Le dije. Pero no avancemos teorías, veremos
el terreno.
Al día siguiente, en el Museo Nacional, viendo las piezas. Hablamos con los profesores que habían
trabajado allí, mostrándose afables porque me reconocieron por mi trabajo en
Egipto. Me dijeron que no había inconveniente en que hiciéramos lo que estimáramos
conveniente pero que, en todo caso le informáramos de los resultados y que lo
extraído iría al Museo Nacional de Nápoles. Aceptamos, como era de razón y
deseo de Longinos desde el principio. Mi amigo me hizo un guiño con los ojos y
nos fuimos enseguida. Al salir dijo: - E
llevace 'o mmale 'a tuorno Dio, que al parecer quería decir en su dialecto
napolitano, ¡mas libranos del mal Dios!
(no se si lo transcribo bien). Cuando me lo tradujo, estuve riendo un rato y a
él se le pasó el cabreo que tenia con ellos y se rió conmigo. Volvimos a su
restaurante, donde nos esperaba un pescado a la plancha muy apetitoso; se
sinceró conmigo: - Alberto, te voy a confesar una cosa que es la que me mueve
con tanta prisa a que trabajemos en el yacimiento de casa: hace dos meses tuve
una visión, cuando estaba dando un paseo por allí vi, como un flash, una enorme
copa con decoraciones de lo que parecía dibujos de la antigua Grecia que se me apareció en la cabeza con gran
claridad, incluso en color. El dibujo representaba a una mujer salvando a un
niño de caer al mar. Dirás que estoy un poco loco, pero esa visión la he vuelto
a ver en sueños varias veces y en todas la veía al final en mis manos con gente
que decía que era de gran importancia. ¿Qué piensas? – Bueno qué quieres que te
diga, eso desde el punto de vista científico no es prueba de gran cosa, si
queremos hacer algún trabajo allí debemos documentarnos antes sobre la historia
de esta parte de Nápoles y más concretamente de esta población cercana:
Avellino. Según he leído, el núcleo original de la ciudad, Abellinum, empezó a formarse
en la colina de la Civita, territorio de hoy Atripalda cerca de 4 km del centro
de Avellino ahora. Con lo que estaríamos en el mismo núcleo de población de la
ciudad antigua, centro pre-romano, presumiblemente de origen etrusco-campaña y
de lengua osca, citada desde el sigo IV. Según investigaciones recientes, la
antigua ciudad era territorio de los Sabatinos, pueblo documentado por Tito
Livio. No se debe excluir que tal centro tenia el nombre de Velecha,
certificado de numerosas monedas atribuidas a el área de Campaña. Fue
conquistada por los romanos en el año 293 a.C, cambio de nombre varias veces;
en el siguiente orden: Veneria, Livia, Augusta, Alexandriana y Abellinum). Pero
claro, esto lo sabes tu mejor que yo, pues me consta que estas muy bien
documentado. En esta zona había bastante comercio con Grecia, incluso desde el
siglo V antes de Cristo, por lo que no es extraño que en tu visión traigas esa
imagen. Lo que hace falta saber si esa visión es espontánea o esta inducida por
algo que hayas podido leer o ver. Pero bueno, no especulemos más, mañana sin
mas pérdida empezamos a trabajar, si están dispuestas las personas que van a
venir a ayudar en los trabajos de campo. – Bien, creo que estas muy centrado y
lo que dice es razonable. Mañana empezamos, no te preocupes, estarán; ahora tómate
tu café tranquilo y esta tarde nos damos una vuelta por allí y te explico donde
vi esa especie de visión.
Efectivamente, fuimos allí y se fue directo a una parte de la
excavación donde había unos muros de lo que fue vivienda y posiblemente una
estancia aneja a las cocinas. Se paró entre los muros de una habitación menor y
dijo firmemente: -Aquí.
Los siguientes días trabajamos de manera ordenada reconociendo
el carácter de la vivienda y llegamos a la conclusión de que era una casa
aislada de la población, de grandes dimensiones, prerromana pero adaptada por
los romanos y con restos de las tesellas de mosaicos que habrían desaparecido.
Por complacer a mi amigo Longinos nos centramos en la habitación pequeña
cercana a las cocinas, y al cuarto día, a las nueve y media de la mañana, uno
de los que levantaban lo sedimentos dio una voz: - Professore! veloce, qui. Guarda, c'è una parte
di una bella ceramica! Llegué hasta él y,
efectivamente, asomaba entre los sedimentos el asa de una vasija de cerámica
decorada, parecía griega. Muy despacio, con las brochas y los pinceles fuimos
retirando la tierra y en algo mas de media hora estaba ante nuestra vista, una crátera
griega, totalmente entera, sin apenas arañazos y con una hermosísima decoración
de la Diosa Tetis cogiendo por uno de los pies a su hijo Aquiles, antes de
meterlo en la sagrada Laguna Estigia, donde tomaría enormes poderes en su cuerpo de semidiós,
salvo en el talón, que es por donde le cogía su madre y no se mojó. Y lo más
importante: estaba firmada por Assteas. En el mundo solo hay siete. Esa cratera,
donde servían el vino con agua, fue un descubrimiento descomunal. Una joya.
Longinos tuvo acierto en su visión. Allí estaba.
(Publicado en el periodico "La TRibuna de Ciudad Real" el 30 de agosto de 2014).
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