20090820

VUELTA AL MAR

Por esta ría hice mi iniciación a la náutica. Mi amigo el Guaje tuvo la santa paciencia de enseñarme las primeras letras.
Cuando te abres al mar, el viento y el oleaje es muy distinto de la navegación fluvial. La mar es como si volvieras a estar en brazos de tu madre, indefenso y a la vez con toda la vida en tus manos. No se termina de comprender el auténtico valor de la navegación de los tiempos anteriores al motor hasta que no te haces al mar a vela.
Los días que estuve navegando volvieron a mi memoria todas las escenas de navegación memorizadas desde chico, de los libros que leí. Las aventuras de Sandokán, y de los piratas, de Salgari, Moby Dick, de Melville y tantos otros en los que sentía la vida en el mar. La imaginación es un oficio muy próximo a la aventura, y ésta, está permanentemente en el mar.
Hace 2600 años algunos de los celtas que poblaron Navia hicieron más de una vez la ruta de salida al mar desde la ría. Bien es verdad que el trazado de la ría esta modificado por la obsesión ingenieril, pero la naturaleza, que es terca, tiende a ir poniendo las cosas en su sitio mas pronto que tarde. En aquel entonces, la salida se hacía con remo y con vela. En tierra, carpinteros de ribera, armadores y constructores, fueron reteniendo con la experiencia las pericias para el aprovechamiento óptimo de las maderas, del calafateado, y de los cabos y velas que hacían posible el desplazamiento por el mar. Los marinos, desde siempre fueron progresando con su experiencia y mejorando con selección natural, los más diestros, los mas expertos eran los que sobrevivían y trasladaban su ciencia a los demás.
Las cuadernas de un barco crujen, suenan, con el movimiento de las olas haciendo suyo el quejido que han hecho las ramas de los árboles al rozarse unas con otras por el viento racheado.
El viento, permanente compañero del mar, va y viene con su invisible transitar, esperando que las velas denuncien su empuje.
Las estrellas, referencia fija para el marino, suelen ocultarse con las nubes para mayor inquietud. La brújula, que marca el rumbo a seguir fue el permanente asidero mucho mas tarde. Así, la navegación, solo se hacía mas tranquila sin apartarse de las costas.
Me preguntaron si me mareaba con el bailecito de las olas. Es verdad que en otros sitios me he llegado a marear algo, como en las atracciones de la feria o en los columpios. Pero en el mar ni siquiera se me puso la cabeza tonta. Sospecho que debo tener algún antepasado marino, porque mi entrada en la navegación fue como volver a casa. No creo que sea la última vez que lo haga. Bien está lo que está bien.

20090819

LA TORMENTA


Todos los días nos rendimos a la naturaleza y cerramos los ojos perdiendo el sentido. Todos los días, sin faltar uno, dormimos y finalmente despertamos. Al hacerlo recuperamos normalmente todo lo que dejamos el día anterior, la memoria no nos falla, (al menos por el momento) y así reconocemos todo como si nunca nos hubiéramos la razón.
Sé que al despertar, si al asomarnos a la ventana hay un cielo muy cerrado la sensación es que parece que las cosas cambiaron sustancialmente. En estas latitudes no es habitual encontrar los cielos demasiado cerrados, incluso cuando va a llover. Ver un cielo negro, con las nubes densas y amenazantes, con las luces cambiadas, da un escenificación de lo extraordinario y asoma la auténtica dimensión de la fuerza de la naturaleza.
En su cuadro “La Tempestad” Giorgione, como se llamaba a Giorgio Barbarelli da Castellfranco (Veneto), pintaba un cielo muy denso y cerrado y, en una de las primaras veces que, en la pintura de la época, aparecía como protagonista principal el paisaje, la naturaleza y no las figuras del cuadro, una mujer y su hijo, con un hombre al fondo observando. Era la puesta en escena de la natura como fuerza indomable por encima del ser humano y sus cuitas.
El azul casi veraniego de estos días se fue mudando hacia el pardo color del bochorno. El viento agita las semillas y tierras más llevaderas y una calima caliente, como rosácea niebla espectral, se cierne sobre nuestras tardes. Los árboles se oscurecen en su verde, tostado por el estiaje; las casas se tiñen de colores en tonos pastel que dulcifican sus luces. Y en los cuerpos de todos nosotros sufrimos las acometidas de las mudanzas en la presión atmosférica. Jaquecas, migrañas, y depresiones se asoman habituales. Es la presencia de la naturaleza que viene, como suele hacer, a darnos el toque habitual para decirnos: yo soy la dueña y señora de este orden.
Giorgione, maestro del gran Ticiano, da una lección de color y luz con la mayor expresividad de un sensible artista. Recuerda cómo la naturaleza es la madre de la vida y, de vez en cuando, muestra su cara más temible. El nacimiento, el amor, las pasiones, el poder, la civilización; todo, cede ante la naturaleza que cobra su tributo, o simplemente recuerda que solo somos hijos de ella. Nos podemos creer que somos los que dominamos el mundo, el curso de la historia parece darnos la razón; sin embargo, la naturaleza, advierte algunas veces nuestra condición y nos puede truncar cualquier proyecto que no respete la vida y las leyes que la rigen. El olvido de esto puede traer el atropello de las relaciones humanas, de interponerse entre los que quieren vivir con un poco de felicidad. El artificio esta siempre más lejos de la felicidad que el orden natural.
Y el orden natural, se pierde tanto cuando se entrega uno al sueño, como se recupera al despertar. Como cuando sale el arco iris con la primera rendija entre las densas y oscuras nubes de la tempestad.

20090805

LA MANCHA HÚMEDA VUELVE (O EL DEQUITE DE LA NATURALEZA)




En estos momentos, no es seguro que haya que preocuparse para el inmediato futuro por el llenado de los acuíferos de la Mancha. El anormal comportamiento de la Corriente del Golfo indica que el clima va a cambiar drásticamente. No están lejos los días en que los cuatrocientos litros anuales de precipitación en la zona se troquen en cuatro veces más. (Ver el siguiente blog: www.climaticchangenow.blogspot.com). Por otra parte, las extracciones para riego no van a ser necesarias y los extractores compulsivos se verán en el trance de tener que vender las bombas de extracción y pensar en otros cultivos, por el cambio brusco de clima.
Creo que no estaría mal que se dieran a las castañas y a la ganadería. Los castañares pueden ser el gran cultivo de la Mancha en las próximas décadas. Y las vacas, ovejas, cerdos y demás especies aprovechables, que tendrán pasto permanente todo el año. O a la industria del Marron Glacè. Ourense no va a ser un competidor, por los cambios que vendrán.
Las poblaciones de la Mancha no tendrán, en absoluto, problema de abastecimiento de agua, ni de su calidad.
Lo único malo (o excelente para la naturaleza y para todos) es que habrá amplias zonas de la Mancha que estarán permanentemente encharcadas como lo estuvieron en siglos pasados y, esas hectáreas, están en muchos casos ocupadas incluso por las poblaciones. La Mancha húmeda será una joya natural internacional de nuevo. Aunque haya que salir a nado en algunos casos. (La foto es un anticipo). Q.KO.