20110809

A VECES, LOS GRILLOS NO CANTAN

El canto de los grillos es común cuando la temperatura es buena, cuanto más calor, más cantan. Les pasan a los animales de sangre (¿) fría que van a mas velocidad con la temperatura alta. En el jardín de casa se han instalado uno o dos grillos machos, que son los que cantan. Marcan la dimensión de la noche en su gran profundidad cuando el silencio y la oscuridad son dueños de las lentas horas del sueño.

Mi madre tenía jaulitas grilleras para garantizarse su canto en las noches de verano. Por eso aprendí a cogerlos sin ningún temor desde chico para complacer a mi madre, que les ponía lechuga de comida. Para ello había que echar un chorrito de agua o mear un poco con el fin de que salieran de sus agujeros. Los que son totalmente negros no cantan, son las hembras que en este caso son más calladas que los machos, éstos, con las alas de color ámbar oscuro.

En cautividad o libres, los grillos marcan el pulso de la vida nocturna tranquilizando al que no se obsesiona con su reiterativo rascar de patas. Son vibraciones que llevan al sueño y dejan cubierto el silencio perturbador que nunca deja de tranquilizar al subconsciente, el silencio absoluto introduce en mas de una mente el miedo al vacío, a la soledad; el canto del grillo, las esquilas de las ovejas, el ladrido lejano de un perro prudente, que no se eterniza en su ladrar, y en las horas previas del alba, el canto de un gallo en los corrales, dan el aviso de la dimensión de la vida inmediata. Dan sentido al oído, abren la puerta de los pensamientos, unas veces, en la noche, para adormilarnos con las últimas reflexiones, y otras, en el amanecer, para emprender el día con el repaso mental de lo que hay que hacer.

El canto de los grillos se para cuando el fresco es acusado, el frío les pone la sangre densa y se vuelven torpes. Así no pueden restregar las patas que son su instrumento de sonido. Justo lo contrario de los que me pasa a mí, que tengo sangre caliente. El calor me abotarga y propicia las mayores torpezas que suelo cometer. El fresco, por el contrario me deja la mente dispuesta para el discurrir.

Me gusta el canto de los grillos cuando se hace la noche y toca dormir. Desde que me dormía en los brazos de mi madre de chico, es una de las formas que tengo para entregarme al sueño, sin cavilaciones. Lo mejor es que canten los grillos, pero despacito, para que la brisa mueva las cortinas y llene las habitaciones de frescor y sosiego...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Búscame un grillo para dormir y endulza el aire con aroma de pericón.

Anónimo dijo...

como los estermino