20120129

Le verger, das Orchard, the garden. Otros nombres para el Huerto



Con el tiempo, después de la última gran guerra, la agricultura extensiva ha acercado la fruta a todo el mundo. En el camino fueron perdiendo todas ellas su natural aroma y su sazón mas pura. Los huertos familiares han ido desapareciendo, aunque, aún podemos tomar alguna de las frutas que conocemos, con casi las mismas propiedades que tuvieron en otro tiempo, las que conocimos al principio del siglo pasado, incluso a mediados; así, cuando es temporada, y si hay la fortuna de que en los mercados populares haya un hortelano que las venda directamente, de las que cultiva no muy lejos.



Pero en el trasiego del mercadeo siempre se pierde algo, y solo algunos afortunados que conocen las propiedades de cada fruta, y si madrugan, llegando los primeros, podrá llevarse el sabroso fruto de alguna de las especies que se cultivan en nuestro entorno. No es lo mismo esa fruta que la que se nos vende en el super.



Los frutales mas conocidos vinieron hace siglos de Asia Central, China y del Cáucaso. Desde entonces se han hecho muchos cruces con especies próximas, y con tanta selección que estas frutas de ahora no son aquellas, apenas la morfología, quizá algo parecido el aroma. Pero quizá se pudiera desandar el camino, si se rehiciera su genoma. ¿Es posible volver a recuperar aquellas frutas que atesoraban los romanos como una joya culinaria, sólo para el domus? Posiblemente.



Ahora sabemos cómo se cuidan, incluso con técnicas respetuosas del medio ambiente y con la naturaleza de la planta, pero me temo que no todo el mundo conoce el arte de disfrutar su cultivo, con detenimiento y delicadeza, así como acomodándolos a su función estética, como un elemento mas de un jardín, de un paraíso oculto.



En Tresenzinas he vuelto a reencontrar mi oficio de agricultor familiar, disfrutando (hermoso verbo para esta función precisa, de la que trae su semántica) de las horas lentas de continuo coloquio con la botánica, que responde siempre sin influencia alguna, salvo las propias de la naturaleza.



Los almendros, el peral, los membrillos, abandonados hace años, apenas han aguantado enredando sus ramas invadidas por los líquenes, hongos y parásitos que han encontrado en ellos unas plantas a su disposición. Otros frutales, sucumbieron por el abandono, la sequía y las enfermedades. Solo el avance de la nidificación de los pájaros insectívoros, y una climatología que está cambiando por días, les han dado un margen de supervivencia. A los supervivientes, les dí a tiempo el tratamiento de invierno, con un producto totalmente compatible con la naturaleza, y una poda de saneamiento que les ha hecho recobrar un principio, parecido a su hermoso y antiguo porte, con la salud propia que les hace fecundos, eso sí, con la complicidad del panal de abejas que pusimos en la esquina del terreno.



Ahora, habrá que esperar a los días de primavera, para que el abono, el cultivo de la tierra y los tratamientos les hagan brotar con fuerza e inunden con lo más hermoso que tienen, sus hojas y sus frutos. Entonces, cuando las ramas estén en sazón, será el momento de hacer los necesarios injertos para mejorar la producción con la ayuda de aquellas plantas resistentes, de la misma familia, que ayuden a sacar la mejor fruta con el menor de los aportes artificiales. Todo el año, con la satisfacción de ir consiguiendo los mejores frutos de la naturaleza, sin tener que ir al Supermercado, con la casa inundada de nuevos perfumes que hagan un hermoso momento el ordinario de la alimentación, empieza una nueva vida que hace bueno ver pasar los días.

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