20060413

CARPE DIEM

¡Disfruta del momento!¡Quien sabe si mañana otro día tendremos! De esta forma se manifestaba el gran padre de la poesía occidental Quinto Horacio Flaco. Hace dos mil años escribió estas palabras. No lo decía a humo de pajas. Horacio nos dio varias razones para vivir con dignidad sin ser necesariamente complaciente, ni amargarnos la vida con aplazamientos innecesarios. Horacio hacia verdad el proverbio romano aquel: “se dice de los poetas y de los pintores que tienen la facultad de atreverse a todo”. Él manifestaba siempre lo que creía ser cierto, sin preguntarse en si le iba a traer malas consecuencias o no.
Hoy, como entonces, se nos hace difícil eludir la adulación o la crítica al que poder ostenta, sea una alta magistratura o una cercana concejalía. La verdad es que, cuando me tropiezo con alguno conocido, sea tirio o troyano, a lo más que me atrevo ahora es a preguntarle por las cervicales o cosa parecida. La República marcha con desigual fortuna, lo que me depara, a veces, momentos de tribulación momentánea. Digo momentánea porque creo que hice algún esfuerzo de juventud por ella y, ahora, uno, va teniendo menos compulsión por solucionar en persona los problemas del mundo; y menos gusto por la púrpura que entonces. Creo necesario dar paso a los más jóvenes para que se den un garbeo por el Helesponto y que conozcan y se comprometan por el mundo, sus glorias y miserias. En la vida hacemos muchos planes; sin reparar que eso es un trabajo realmente baldío. Nada de lo que planeamos sale igual; ni siquiera con aproximación a ello. Lo que no quiere decir que salga mal necesariamente. Es el día a día el que va trazando los márgenes de lo posible y lo imposible. Lo realizable y lo, en modo alguno, factible. Es de inteligentes poner los pies en el terreno y mirar lo que tenemos solo al alcance de la vista.
Se le pidió en una ocasión a Horacio una oda a Marco Agripa y la verdad es que él no aprobaba todo lo que iba haciendo el senador. El poeta, como no era precisamente tonto, y no quería la alabanza, se salió con inteligencia del compromiso. Hizo una oda que decía: “Si existe un poeta capaz de con sus versos/ cantar tu valentía y tus victorias/ ese, Agripa, es el aedo Vario”. Así puso el maestro Horacio, en la fama de otro, Vario, lo que él no quería decir. Aguantar con dignidad el mantenimiento de nuestro propio criterio es todo un ejercicio de humanidad. No pido yo más a los dioses.
Terminaba el poeta romano haciendo una consideración sobre cómo vivir en la Oda 11 titulada “Leuconoe: Carpe Diem”, la misma con la que empezaba, y aseguraba: …“la vida es breve, olvida la esperanza/mientras ahora charlamos huye el tiempo/ envidioso…”
La vida realmente pasa en un sorbo. No es saludable estar padeciendo sobre si se hizo mal o bien lo que se hizo, sobre si lo que se ha de hacer debe tener igual tratamiento. Vivamos el momento; con dignidad; dando todo lo que podemos dar sin esperar recibir, puesto que todo lo que venga será mejor si es inesperado. Las estrellas no son la causa de nuestro infortunio. Es nuestra disposición la que nos lleva hasta donde estamos. Hacer de nuestra vida un ejercicio de pasión por la humanidad no requiere grandes, públicas ni espectaculares hazañas. Seguir el camino que nos traza el corazón va siendo además de inusual, valiente. Apuremos la copa y disfrutemos lo que tenemos. Carpe Diem. Tenía razón Horacio, igualmente, cuando manifestó que él no moriría del todo, puesto que la parte mejor de su vida, su voz, en sus escritos, seguirían vivos. Así es.

(Escritor: Ramón Gallego Gil)

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