20061017

DIBUJAR EL SER

La lluvia vino al fin en una semana perdida. Corren las regueras en las calles y salta el agua por las vías de la desidia de los ingenieros. Trazaron las pendientes y no se molestaron en comprobar que las hicieran como se trazaron. La suciedad de la ciudad se arrastra mojada con alegría inevitable.
Una horas de trabajo y parece como si la sequía fuera ya un hecho lejano, aunque las praderas, ahora mojadas, empapadas, solo muestran barros y pajas entristecidas por la inundación.
En Oaxaca, México, se vuelven locos, luego de terminar de aguantar a un gobernador, cuya corrupción llegó hasta lo insoportable. Se rompen las costuras de la ciudadanía y empieza el desorden a engordar más de la cuenta. Se me antoja que en esta permanente insurrección incompleta, inacabada, eterna de México solo hay cabida para la literatura y algo de música. Todo lo demás es pura tristeza y amargura.
Un gilipollas cuartelero subido al poder con el miedo y el aparato del comunismo vetusto, sigue haciendo ensayos nucleares en Corea del Norte, mientras se harta de ver películas de Hollyvood sonriendo su estulticia. Su pueblo acumula, mientras, odio para reventar cuando menos se espere. Lo peor es que, en este raro equilibrio de la paz estadounidense, podemos irnos al carajo con una mala galleta que se le atragante al George W. Bush.
Puedo llegarme hasta la memoria del dieciséis y seguir los pasos de Leonardo o de Miguel Ángel, soltando el grafito de mi lápiz sobre la superficie de un papel para crear algo, que me consuele de esta continua destrucción y negativas imágenes que son la realidad de hoy. Sucede que la angustia de la muerte de los niños que veo a diario en la tele se me enquista en la memoria y acaba con la confianza en la democracia. Como acaba con ella tanta información torcida por el interés.
Si, cogeré el lápiz de nuevo. A ser posible para llevar las líneas hasta el retrato de alguien. Un pasajero del tren de cercanías puede ser bueno para eternizar el ser magnífico de un humano.

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