20070918

EL VALOR


Escribe mi padre en alguno de sus textos que todos tememos perder los recuerdos maravillosos que hacen de cada uno lo que somos. Aquellos que nos han dado el ser. En realidad, más que las personas en sí, son las vivencias con ellas las que lo han conseguido. Magia vital.
Yo he pasado mucho tiempo sufriendo por mi pérdida de recuerdos. Por lagunas en mi infancia cada vez mayores. Por cuentos en los que creí hasta que dejé de volar porque era demasiado grande para dirigirme hacia la tercera estrella a la derecha del lucero del Alba únicamente bañada con polvo de hada.
Pero este año he conocido un sitio en el mundo en el que he aprendido algo nuevo: el tiempo y la vida nos da lo que ansiamos. A cada uno. Aquello que nuestra alma merece, será nuestro. No creo en las casualidades, soy más de la idea que Cortazar tenía de la vida y es que esta está plagada de causalidades. Es por eso que algo tiene que ver con el todo que yo haya decidido leer justo ahora "El conde de Montecristo" y que haya conocido Formentera de la mano de un hombre ilusionado que además de todo lo maravilloso que a mí me puede parecer es, sin más: un hombre.
Lo que quiero decir es, que he conseguido entender que para que la vida fluya y las flores florezcan; para que la primavera vuelva a nosotros debemos ser pacientes y dejar que el tiempo haga su trabajo. Aceptar a cada uno como es, es la mayor prueba de bondad y de sabiduría en el ser humano. Como también lo es ser sincero con el mundo y rechazar a aquellos que maltratan con su existencia nuestro corazón, nuestro intelecto e incluso nuestro gusto. Y dejarse ser, de verdad, de forma auténtica y sin disfraces estrafalarios es la mayor prueba de madurez. Una vez esto se consigue, uno ES. Y el miedo desaparece.
Así sea para todos los que amo. Los demás, que aguanten su vela como puedan.

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