20071017

PERIQUILLO, HECHO FRAILE



Al incapaz o al tonto de la familia, muchas veces al menor que no tenía patrimonio, les hacían clérigos en la sociedad de siglos atrás. Aunque lo más normal era que el que se iba a hacer carrera en la Iglesia fuese el menos espabilado de la familia. El seguimiento de los dogmas, tan necesario en las iglesias, son mas fácilmente conseguidos por gente que no se maneja bien con su magín. Así las cosas, la gente de la familia de mi madre, todas ellas de credo católico y antaño Carlistas, tenían un dicho que repetían con frecuencia y que solo llegué a comprender en toda su dimensión cuando vi un ejemplo claro. Había cantado misa un simple del que no se daba por él ni un duro. Cantaron todas mis tías a coro: ¡ya tenemos a Periquíllo hecho fraile!

En los tiempos que corren, más de un simple llega a altas magistraturas, sin haber dado un palo al agua. Carreras políticas asentadas en el rebufo de jefes que amparan lealtades ciegas, son aquellos jefes que no les gustan recibir malas noticias. Premian a los que todo el día les mullen el asiento. Bien es verdad que son políticos, estos frailecillos, que deben tener corto recorrido, pero apuran el tiempo que disfrutan como nadie. Rebuznan en público y nadie se espanta. Pasa algo así como lo del rey que iba desnudo y solo un niño advirtió su desnudez, los otros la disimulaban.

Hay carreras políticas que se justifican por la falta de solvencia profesional de los que las ejercen. Insolvencia que les viene porque nunca han trabajado en nada. Ni siquiera en lo que se supone es su profesión y para lo que se han formado, si es que la tienen. Por eso cuando veo disfrutando de la púrpura a alguno de éstos, no puedo evitar que se me venga a la cabeza lo que decían mis viejas tías: ¡ya tenemos a Periquillo hecho fraile! Ahora, a esperar que escampe. ¡Cosas de las listas!

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