20140323

BUENO, YA VEREMOS


Me acababan de servir el café, que humeaba en la mesa, y no había terminado de abrir el periódico cuando una voz familiar me sorprendió: - ¡Pero bueno! ¿Quién está aquí? ¡Luis, chico!  Quien hacia estas exclamaciones era Ramiro Galeano, mi compañero de la Facultad que hacía años que no veía. - ¿Qué haces aquí en Sitges? – Bueno,  vine a pasar unos días con mi sobrina, que vive aquí. Pero cuéntame: ¿como te ha ido?
Esta conversación de dos amigos que se vuelven a ver, se desarrolló como se esperaba, Ramiro, abierto y más expresivo que yo, estuvo un buen rato contándome un resumen de su vida en los veinticinco años desde que no nos veíamos. Hubo un tiempo en el que hicimos planes de futuro, y no faltaba de nada. Él hizo lo que se propuso, hacerse diplomático y viajar por todo el mundo. Me contó muchas cosas de las que vivió con su trabajo, entre ellas cómo era su versión del asalto a la embajada en Guatemala, el 31 de enero de 1980 y el terror que se vivió en ella. Describió con todo lujo de detalles, que me hizo vivirlo, cuando una ventisca súbita le sorprendió en Canadá, volviendo en coche a Québec. Lo que parecía una nevada normal, acabó con su coche parado en la carretera por lo más profundo de un bosque cerrado. Estuvo horas esperando que le sacaran de allí, hasta que una mujer, que pasaba por allí con raquetas, lo llevó a su casa, le invitó a quedarse mientras estuvieran las carreteras cerradas, lo que hizo: se quedó con ella dos semanas hasta que abrieron las carreteras. Vivieron las horas intensamente. Ahora son muy buenos amigos. Decía, mientras se entretenía con un humeante té de Ceilán que había pedido, que después de tantos kilómetros andados, habiendo vivido una vida de trabajo apasionante, tenía una sensación de vacío, y recordaba: - Mira Luis, yo era feliz en la casa que tenían mis padres en Pedraza. Posiblemente cuando he sido más feliz. Recorría las calles del pueblo y todos los alrededores con mi bicicleta Orbea, no era demasiado buen estudiante y tuve que recuperar más de una vez algunas asignaturas, pero sin dejar pasar un buen rato con los amigos y mis primos. Allí empecé a coger afición por la botánica y tuve la santa paciencia de llevar un cuaderno con el inventario que hacía con las plantas que iba conociendo. Aun sigo con ello. Bajo los nogales del nocedal, sentados en el suelo, las bicicletas apoyadas en un árbol y a la sombra fresca de las mañanas de agosto, oíamos las canciones del momento, de folk y rock, sin dejar de gustarnos las de los cantantes de baladas de aquella época. Bajo las sombras del soto, aprendí con los amigos a indagar e interesarme por todo lo que pasaba en el mundo, con la radio Zenith que llevaba Braulio, mi compadre del instituto. Aún me ocurre que, cuando quiero relajarme y olvidarme de los problemas, que nunca faltan, cierro los ojos y me parece oír la los Everly Brothers cantando "All I Have To Do Is Dream/Cathy's Clown”. Todavía la escucho si voy de vacaciones y me siento debajo de un árbol a leer alguna novela. En aquellos días se marcó la trayectoria de toda mi vida. Recuerdo que en el verano del 1963,  estábamos de vacaciones en nuestra casa de Pedraza, vino con mi hermana una amiga suya de  curso, Loli, que sabía cuánto gustaba a los chicos y qué gestos y posturas debía hacer para seducir, era una chica con un encanto especial. Conmigo lo consiguió. Un día que habíamos ido con los amigos a bañarnos a una casa de campo, bajo la sombra de una frondosa higuera, y un agua helada de pozo, la mañana se nos hizo corta. Loli paso toda ella hablando conmigo. Daba la impresión que se divertía con mis cosas, especialmente cuando le contaba mis andanzas por la sierra. Al momento de volver a casa a comer, pese a que lo normal es que volviéramos todos andando, - estaba muy cerca el pueblo-,  se empeñó en que la llevara en la bici. Yo que, aunque flaco, era puro músculo, le dije que si. La bici no tenía portaequipajes y cuando llevaba a alguien lo llevaba encima del cuadro. Loli lo sabía y así la llevé. Se tardaba poco en llegar, más o menos ocho minutos, pero se hizo muy corto. Tenía su cabeza junto a la mía; con colonia infantil en el cuello, y su mejilla rozando la mía, me perturbó del todo. Tuve unos enormes deseos de besarla en el cuello y sin pensarlo más, lo hice. Se rió divertida. Luego supe que, para ella, solo fue, eso, un momento divertido. En esa mañana creo que me enamoré. No sé cómo, pero así fue. Aun recuerdo eso como si hubiera sido hace un rato.  Sigue siendo esa chica mi asignatura pendiente. Me he pasado la vida comportándome de forma parecida y con el mismo resultado, pero el tiempo hace que todo se vea de distinta forma. Hoy me tomo todo con más tranquilidad y, a veces, como si viera el mundo desde el palco del teatro. Bueno, creo que ya está bien, cuéntame como te ha ido a ti.- Dijo-
La verdad es que lo que yo le podía contar no tenía, en mi opinión, el interés de las cosas que contaba Ramiro, mi vida ha sido más sedentaria y, desde luego, las aventuras que yo podía contar eran pocas. Llegó el momento del aperitivo y habiendo pasado casi un par de horas de buena charla, pedimos un vermú para dar tiempo que llegara su compañera; había venido con él  a Sitges. Habían quedado precisamente allí, en el Roy. Seguimos hablando hasta que, de manera súbita se levantó y fue sin decir nada hasta una mesa que había al fondo de la cafetería. Hablaban tres mujeres en ella, muy animadas. Llegó hasta allí, se inclinó hacia una de ellas, y con el asombro de las otras dos, la cogió de los hombros y suavemente la besó en el cuello. Ella se dio la vuelta y tras un momento de duda, se echó a reír y empezaron a hablar.

Ramiro, cuando termino su charla, me explicó que después de tantos años era la primera vez que veía a Loli, la chica  a la que se refería poco antes en su conversación. Le pregunté qué sentía al verla de nuevo. Me dijo: – No ha sido igual, no olía a Nenuco…  Me gusta, pero no se… Tengo la impresión de que ya no hay asignatura pendiente. ¿O si? - No lo se Ramiro, tu sabrás…- le dije - Bueno, ya veremos.- Contestó con la mirada perdida.
(Publicado ene el periódico "La Tribuna de Ciudad Real" el 22 de marzo de 2014).

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