20150615

AIDEN



1. A seis días del comienzo del verano, en el año de 1215 hubo mucho movimiento de tropas y gente que llenaban los caminos. Venían de Londres, otros, por las demas rutas, llegaban a Runnymede  en costante trasiego de hombres, muchos de ellos con armas, que confluian hasta la explanada cerca del bosque. Precisamente allí es donde, en el bosque, encontré escondido entre macizos de helechos a Aiden. Era un hombrecillo de no más de dos cuartas que pese a su escaso tamaño no mostraba temor alguno cuando me vió. Antes bien parecía tranquilo y  con sus ojos negros muy brillantes fijados en los míos, hizo ver que quería ser sincero conmigo. Comprendí que lo que dijo no era necedad, ni fantasía sino que llevaba una gran verdad. Por lo que decía la gente y las noticias que se iban diciendo llegué a pensar que pudiera haber peligro si me quedaba allí. Era una mañana blanca de luz, Eiden me dijo, mientras cogia musgo para el arreglo de su hueco en la copa del árbol, que no importa cambiar para progresar o para tomar la vida de otra forma, lo importante, decía, es no olvidar quien eres y cómo eres. Eso me dejó perplejo, pues esperaba que diera explicación a cuanto estaba pasando, pero no fue así, me quedé pensando en sus palabras mientras él parecía estar absorto en su ocupación,  pero, cuando menos lo esperaba y deshaciendo mis dudas sobre si me prestaba atención, después de un tiempo dijo: - No temas John,  aunque va a venir el rey, habrá de resolverse todo conforme a lo que espera el pueblo, los nobles y el clero. Lo va a rubricar con su sello y eso va a generar tranquilidad a muchos, durante un tiempo. El necesario para que tú marches a Francia, hasta aquel lugar en el que te dejen vivir tranquilo. – Pero Aiden, ¿No hay manera de influir para que se vayan cumpliendo los compromisos? – Mira John, yo no soy nadie importante, ni tengo poder alguno para enderezar lo que los hombres vayan a hacer. Solo sé antes de que ocurran lo que va a ocurrir, me da mano para ayudar a algunos que tienen buena disposición, como lo eres tú. Hazme caso y estarás tranquilo.
Llegó el rey, como anticipó Aiden y en la gran reunión de la explanada, con caballeros con sus tropas, clérigos y mucha gente del pueblo llano, se comprometió a la firma y sellado de normas para dar más libertad al pueblo y garantías para vivir en mayor tranquilidad y fortuna. Fue llamada la Carta Magna, pues grande fue. Sellado el compromiso, inmediatamente, me fui a Francia. El rey terminó por romper su compromiso.
2. El martes 14 de julio de 1789, Jean Applincourt se despertó muy temprano: fueron las voces de los vecinos los que le alertaron de que algo estaba ocurriendo. Desde el domingo habia corrido la voz de que habían destituido al ministro de Finanzas, Necker. Todos decían que los más contrarios a la Asamblea nacional estaban cogiendo el poder y se preveía una represión inmediata. Jean salió de Ivry-sur-Seine poco después de las nueve, tenía que traer de París un carro de lodos para su tierra. Se había presentado en abril la reclamación del Consejo Municipal por el excesivo coste de estos lodos, paro aún no se había dado solución a ello.
Cuando iba por el camino, paró a descansar a la sombra de un castaño cerca de la ribera del río. Tomando un poco de queso con pan, le llamó alguien la atención chistando desde un cañaveral cercano. Se acercó y vió a un hombrecillo de no más de dos cuartas que con sus ojos negros brillantes le miraba con mucha atención y le llamaba moviendo el dedo índice para que se acercara. En el breve espacio de tiempo que empleó en acercarse, recordó el manuscrito de la familia con la vieja historia que contaba  un antepasado inglés al que se le apareció un hobrecillo igual y le había dicho que se viniera para Francia. Nada más llegar hasta él, le dijo: -Soy Aiden, esta tarde va a haber una revuelta en París, tienes dos opciones, ir y participar, para lo que nadie te puede garantizar que sobrevivas, o irte de París a tiempo y quedarte en tu casa de Ivry. Si haces lo primero, y sobrevives, puedes tener el reconocimiento de la Asamblea Nacional que ha de tomar mayor fuerza a partir de hoy. Si haces lo segundo, nadie te va a garantizar que sobrevivas y te costará sacar renta suficiente para tu familia. Elige y recuerda: no importa cambiar para progresar o para tomar la vida de otra forma, lo importante es no olvidar quien eres y como eres.
Cuando iba a preguntarle de donde venía y si podía hacer algo por él, vió como se escondía en el cañaveral y al ir a buscarlo no lo encontró. No se oyó ruido alguno, parecía como si se hubiera esfumado. Llegó a París a dos horas antes del mediodía y a tiempo para cargar los lodos para el abono de su tierra.
En la cantina donde estuvo almorzando a las once se enteró de lo que había dicho Camille Desmoulins, conocido francmasón de la logia de las Nueve Hermanas ante una gran muchedumbre, subido a una mesa y con una pistola en la mano pidiendo, que antes de que masacraran al pueblo, había que tomar las armas. Dijeron que a las diez de la mañana habían cogido del Hötel des Inválides mosquetes, cañones y morteros. Las municiones habían de tomarlas de La Bastilla. Sin saber cómo, y recordando las palabras de Aiden, se le vió a las once treinta con una gran muchedumbre armada frente a la puerta de La Bastilla con un mosquete en la mano. Varias negociaciones se hicieron con el alcaide de la prisión, todas infructuosas. No se sabe muy bien quién disparó primero, pero se inició fuego cruzado. Los atacantes dispararon con los cañones cogidos en Des Inválides contra el puente levadizo y las puertas. El alcaide  Launay al ver cien muertos por el fuego iniciado capituló a las cinco de la tarde. Rindió la plaza al comprender que sus tropas no podían resistir mucho más tiempo en esa situación y abrieron las puertas del patio interior. Los atacantes tomaron la fortaleza hacia las cinco y media. Liberaron a los siete prisioneros encarcelados allí y se apoderaron de la pólvora y la munición. Él fue el que le quitó el gorro y el sable al alcaide, que le sirvió para acreditar que estuvo alli, en el momento que se tomaba el emblema de la represión sobre el pueblo y empezó la Revolución. Pudo vivir muchos años con prosperidad y familia.

3. La advertencia de Aiden se volvió a repetir muchos,  muchos años después, cuando se le apareció a Juan Applincourt, catedratico de Metereología Aplicada, experto en Modelización numérica. Eran las seis de la tarde del domingo 15 de junio de 2003. Estaba dando un paseo con su hijo de cuatro años, Andrés, por el Retiro madrileño y entre dos macizos de hortensias apareció Aiden. Esta vez además le indicó que el clima iba a cambiar drásticamente, que siguiera la evolución del Ártico. Dos días depués fue al psiquiatra a ver si estaba teniendo alucinaciones y podría estar con alguna patología. Le mandó unos ansiolíticos. Dos días más tarde el psiquiatra fue a Picos de Europa de vacaciones y se le apareció Aiden que le dio un buen repaso advirtiéndole que su ciencia era muy escasa y él, temerario por descartar lo que desconoce. Dejó la Psiquiatría. 
(Publicado el el diario La Tribuna de Ciudad Real el 6 de junio de 2015)

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