20060614

JUNIO REVISITADO

Oscura mañana cubierta de fresco viento. Distancias que separan de nuevo como el tiempo inclemente. Los amarillos manchados de ocre, del cereal, cubren y alfombran con luces conocidas el mes de junio. Entre medias, por el efecto de borde, verdean las lindes recordando aún esta primavera efímera. Las soledades que se agarran a los que vamos y venimos, nos hacen enmudecer y mirar con más atención a los minutos que trazamos, apenas limpios de preocupaciones. Muchas de ellas infundadas. Pero, como siempre, siempre nos enteramos tarde de su esterilidad.
En estos días Alfonso VIII preparaba su acometida para resistir en Alarcos, como se hacía entonces. Se llenaron los caminos de gente a caballo, cargada de muerte y un cierto fanatismo. Hemos aprendido poco después de tanto tiempo. Aún hay gente que sigue cargada de muerte transitando los caminos. Ahora suelen ir con el disimulo del que quiere asegurar el resultado y no asumir la respuesta.
Entre la gente que me acompaña, todos los días, alguno habrá que sigua con la cabeza revuelta para hacer su particular redención del mundo. A su lado, los jóvenes que veo repasando las lecciones de física, antes de llegar a su examen, están ajenos al mundo. Su mundo empieza y acaba junto a los folios llenos de una nerviosa letra que solo ellos entienden.
Cuántas mañanas de junio he visto estas mismas luces, bajo las nubes negras de agua tardía, y siempre pensando en el inmediato futuro que nos inquieta. Algo de sosiego tengo que recoger. Aunque solo sea para mirar con una sonrisa a quien me espera.

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