20060621

NUBES

Desde la ventana aún veo las últimas nubes resistiendo al sol, en la tarde de un mes de junio que lleva todas consigo para que le confundan con mayo. Eso suele ocurrir cuando uno no hace su papel. Inmediatamente otro lo ocupa. No solo con los líquidos se cumple el principio de Arquímedes. O si no que se lo digan a aquel que dijo la primera vez lo del “que se fue a Sevilla”. Tiene su fundamento histórico, que lo cuentan los eclesiásticos; pero que se aplica igual, aún a los seglares. Sillón vacante, sillón ocupado. Por eso junio, que no hace más que lo que la naturaleza le dice, se le ha antojado hacer de mayo, que es mas lucído que su propio oficio: comienza siempre tostando los tallos tiernos.
La nubes se mantienen en el firmamento con su disimulada mutación silenciosa. Ahora así, dentro de poco, de otra manera, muy distinta. Tan mutable como el criterio de la gente de hoy. Tanta información procesa en sus magines que, sin digerirla, apenas un poco… ya están haciendo pronósticos y afirmaciones. Como es natural, con tan poca base, que apenas sopla un poco de viento, se va al carajo todo. Antes se decía que las opiniones serias venían sobre todo de gente mayor, experimentada. Ahora, en esta locura de información en aluvión, que debemos procesar a diario y que nos llega por televisión, periódicos, radio y via internet, no da tiempo, sin sopesar su valor, salvo a los prudentes, a decir algo sano y aprovechable. Por eso la opinión cada vez tiene menos estima, y por eso también, la opinión pública se cambia y lleva como si fuera la reacción de un banco de peces: ahora allí, más tarde acá.
Como las nubes, calladamente, silenciosamente, uno a uno, vamos cambiando. No supone un gran recurso para la convivencia. Antes bien, perturba todo: la democracia, las costumbres, los valores y sobre todo la tranquilidad. Esperemos que, como la naturaleza hace cambiar de un año para otro a junio y termina poniéndolo en su sitio, también lo haga con nosotros. Hasta la excesiva información se puede acomodar, tras un perido de adaptación.
Igual que las nubes. De una manera natural. Si no, esto no hay ser vivo que lo gobierne.

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