20050904

AL FRESCO ALBA DE JUNIO












Cierro los ojos al amanecer
para sentir como se rompe el silencio
con los gallos de la infancia
dueños de patios y corrales.

Hoy, el coche vecino arranca
con bronco rugido desde el garaje.

Abandono la ventana abierta,
para el inicio de la rutina del café
y recuperar toda la maraña
de pasados sentimientos;
de otros días: lejanos, felices;
que dejaron las noches
flotando en la oscuridad del cuarto.

Siempre, un claro reflejo de memoria
en las aguas que no llevan olvido.

En junio, de amarillos fogonazos,
voy de paso siempre;
por tortuosos caminos
de campos sin cosechar;
y si me detengo,
la naturaleza arraigará sobre mí.

Una vez,
quise seguir, en junio, a mi madre
y dijo que esperara.
Hace años que ella no está
y mi espera, de ocres y rosas colores,
se alarga, en junio, como sus días.

Porque vuelve el fuego de junio
a revivir noches encendidas
en fiestas inaccesibles
de perfumadas horas
por los estambres de madreselvas;
que envuelven mi memoria
con aromas de mujer.

Quiero el fresco alba de junio
aun con los falsos paraísos
del cinamomo en flor;
y lo espero
como un oscuro ciprés entre los trigales;
temo su rojo atardecer.


(Escritor e ilustrador: Ramón Gallego Gil)

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