20050904

EL TRAZO DE UN DIBUJO



La hermosa luz de una mañana acariciando una mano sobre la mesa, puede permanecer. Como un pensamiento fijo en el recuerdo, en la memoria. Suspendidos en el tiempo. Elegir el momento solo es cuestión de apreciar la belleza, a la luz de la mañana. Los sentidos se manifiestan en toda su fuerza. Para ello hay que prevenir los instrumentos más idóneos. Elegirlos es un problema de decisión puramente personal, con lo que se pueda disponer. Un dedo manchado o una rama carbonizada pudieron servir al hombre sensible de la prehistoria. Ahora basta un lápiz. Todo lo demás es poner el sentimiento y los sentidos dispuestos para hacer la obra. El tacto quizá sea el primero; por delante de la vista. Así lo veo: es la presión con los dedos y la dirección de la mano los que van dando vida al dibujo: la propia mano del artista con luz matinal.
Sentir el tacto del lápiz, normalmente graso, deslizándose por el papel tiene parecida sensación a la de acariciar; o la de tomar, con toda la atención del mundo, un objeto que tiene el máximo valor en ese momento; es el instante en que se decide atrapar la belleza, con respeto hacia lo dibujado. Los trazos van definiendo los contornos, el grosor de ellos dan realidad a la luz que empieza a aparecer. Los más gruesos, de gran intensidad, son los que dan oscuridad a las sombras, las más finas y tenues hacen definir de manera gradual el volumen de los dedos y de la propia mano; con su alineación en cortas dimensiones retorcidas, con estudiada realidad, aparece el contorno de las venas, las arrugas de la piel, incluso el vello. El grafito de la mina del lápiz se va dejando, deslizándose como si se untara en el papel. Como hacemos para disfrutar de otras cosas de la vida, acompañado del necesario silencio, concentrándose, alcanza uno de los placeres el dibujante, por el oído: el sonido apenas imperceptible del grafito sobre el papel que rasguea, hablando de la identidad entre el dibujante y dibujo. Es una muy especial música que satisface.
En los trazos de los dibujos de los grandes maestros, Miguel Angel, Leonardo, Ribera, Rubens, Durero y tantos otros se recogen en unos instantes, los de la ejecución de sus dibujos, el estado de ánimo, la sensibilidad y la creatividad de su genio; también y sobre todo la pasión por recoger el momento de un objeto, de una persona, de un cuerpo. Una bella forma de detener el tiempo para perpetuar aquello que se considera hermoso.
El trazo del dibujo, si se ve detenidamente, es la huella del tacto debida a un sentimiento nacido para crear. Es la otra forma de la escritura, es la literatura plástica. Lo mismo que en grafología se explica cómo en la escritura dejamos nuestro carácter, nuestro estado de ánimo, nuestra manifestación vital, en el dibujo, suelta el artista el sentido creativo, su visión del mundo y de la vida. Todo en la sencilla explicación de una imagen trazada con la mano. La mejor definición del trazo de un dibujo esta en las pinturas esquemáticas del paleolítico, como en Peñaescrita, (mejor nombre no lo hay), en Fuencaliente. Allí quedó el testimonio de un hombre que atrapó el tiempo. Con el trazo de un dibujo.
(Escritor e ilustrador: Ramón Gallego Gil)

1 comentario:

Dolores_Danaher dijo...

Pero...¿qué es esto? Quien te ha escrito estas movies?? jajaja...Por cierto, al del dibujín lo conozco, verdad?

Tienes que hacerme uno a mi, jooooo :(

Por cierto. Sigue con mis bocetos para los cuentos, que esta semana empezaré uno nuevo.

Un beso

Te quiero mucho