20080706

LAS CALLES DE PRAGA




Subir o bajar por una calle es como mirar hacia delante o hacia atrás. Como ocurre con el tiempo. El pasado y el futuro no es más que una situación temporal según lo vemos desde el presente. Subir hacia arriba por esta calle de Praga lleva hacia una parte de la ciudad en la que lo que se ve, se siente, se percibe es diferente si vas por ella hacia abajo; es llegarse hasta otra parte en la que viviremos a su vez otras vivencias. El espacio, así, no es más que una forma de representar el tiempo. El pasado y el futuro es el trecho que recorremos en nuestra experiencia que solo es perceptible por la memoria en el primero, por el deseo o la proyección de nuestra imaginación desde el presente, en el segundo. El futuro... nunca llega. Solo es el presente el que hace sentir su llegada cuando ya no está, por que el futuro no es mas que la proyección de nuestra permanente necesidad de creer en seguir viviendo. Las sensaciones del pasado esta impresas en estas casas de la calle que vemos en el presente: hoy.
El trabajo bien hecho de los constructores, el oficio de los albañiles, carpinteros y pintores, se ve claramente; puede que se sientan, allí donde estén, orgullosos de haber creado una obra maestra con la necesaria armonía como para haber sido apreciada durante muchos años como casas confortables y hermosas donde vivir complacido.
Por estas calles pasaron los tanques y coches blindados de la segunda gran guerra. La grave tensión que precede al peligro y al terror fue vista por las casas en las que siempre hay cobijo y resguardo. Los colores de cada una de ellas no son más que la expresión de la variedad y la rica y estética imaginación de sus habitantes.
La lluvia aviva los colores de las casas de Praga cuando cae y la musical sinfonía de las gotas golpeando en el cinc o en las pizarras y barros cocidos reclama el origen de la naturaleza de los materiales empleados durante siglos. La luz del día hace cambiar el color, de tonos pastel a fuerte y brillante, decayendo con el atardecer. Es esta calma armónica de Praga la que pudo hacer fácil el trabajo de Bidrich Smetana para componer su música de fortaleza sensible y natural. No lejos el río Moldava sigue fluyendo como siempre. Como la luz de las calles Praga.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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