(Publicado en el diario La Tribuna de Ciudad Real el 15/6/2013).
GACETA LITERARIA ABIERTA. Sitio adecuado para las deposiciones de aquellas personas sensibles que tengan afición a las letras.
20130615
SOUS DALLE
(Publicado en el diario La Tribuna de Ciudad Real el 15/6/2013).
El celular
De una voz de Miguela
despertó Álvaro de madrugada. Apenas entraba la luz por el cristal del
transparente superior de la puerta. Se oían los pasos por el pasillo del ir y
venir de Roberta, y su bajada por la escalera más que ruidosa. Nunca se cuidó la
chica de guardar sigilo sabiendo que aun había en la casa gente si levantar.
Bajó a coger el carbón de la carbonera, bajo la escalera, y, como no se
guardaba, se oyeron por toda la casa las paladas del cogedor de hojalata con el
que iba recogiéndolo en una espuerta de esparto. Se levantó Álvaro y abrigado
con la batilla de franela se asomó al patio desde la ventana del corredor. Aun
se veían las estrellas y pudo reconocer algunas de la constelación de Orión que
ya quedaba casi por entero oculta por el tejado de la casa. Vió a Miguela que
daba aire con el soplillo al brasero en el patio, haciendo extender las pocas
brasas nacidas de la quema de unos hojas de periódico, levantando pavesas,
iluminando el rincón del patio que aun no le llegaba la amanecida. La humedad
del invierno aún no se había ido de los muros de la casa, que guardaban el
frío. Cuando cantaba el gallo capón en el corral, oyó pasar un carro por la
calle, y como empezaba a destemplarse se fué directo a la cocina, que siempre
era el primer lugar en calentarse de la casa. Al entrar empezó a oír la radio
que colgaba de la repisa con el tono muy bajo y apenas se oía fuera de la
cocina. Billie
Holiday cantaba The very Thoght of You. Siguió
la melodía moviendo la cabeza de un lado a otro, mientras pensaba en cómo
habría de ser el día que les esperaba y, sonrió. En la pared, el taco del calendario marcaba
el día: 30 de mayo de 1956.
El coche del su tío llegó
puntual y, también puntual, fue la bajada de la cesta de mimbre con la comida y
los platos dentro. La metieron en el maletero y subieron todos al coche, perfumado como
siempre con el acostumbrado olor a gasolina. En diez minutos estaban en la
huerta donde ya esperaban todos los de la familia de su tía Amalia. El coche
volvió a por más gente de la familia a la ciudad.
Mayo había llegado allí con fuerza, en los
campos de cereal se veía enrojecido por
las amapolas que se movían con la brisa y
en el borde del camino las flores silvestres estaban en sazón. Sin
embargo hacia bastante fresco, lo que no parecía indisponer para la comida
campestre. En pocos minutos, bajo la melia grande, se fueron disponiendo en
batería las hamacas para los mayores, mientras los chicos hacían una completa
inspección de la finca buscando maquinar aventuras sobre la marcha. Se fueron
sentando en las hamacas según iban llegando, unos con el periódico, que en sus
titulares decían de las inundaciones de Calatayud y de la visita del
Vicepresidente de Brasil, Joao Goulart, recibido por el ministro de Exteriores Martín Artajo; otros con libros, todos con el firme propósito
de descansar y dejar en la ciudad sus
preocupaciones. A las doce y media estaban todos al completo, justo cuando por la
linde del norte vieron a Porfirio. Inmediatamente todo se aplazó con el primer
comentario de la tía Irene, siempre atenta a la marcha de los vecinos. – Por
allí va Porfirio, el “iluminado”. – ¿Porque le llamas así? - preguntó el tío
Miguel. – Bueno, es que siempre termina hablando de los avances del futuro y
disparata lo suyo. Yo ya le he oído más de una vez, y la verdad es que todo lo
que dice, pese a que lo fundamente con conocimiento, no deja de ser un
disparate, una locura.- Contestó El tío Alberto, dueño de la huerta. –Dejaros
de misterio y contad, que queremos saber por que se le tiene puesto ese mote.
–Convinieron los demás. Y tomando la palabra Alberto, resumió el asunto. –Dice
que dentro de algunos años, todos tendremos en el bolsillo un teléfono, y que con él podremos enterarnos de cualquier
cosa que nos interese, vamos como si tuviéramos la Biblioteca Nacional a tiro.
Además de poder poner mensajes que no nos costará una peseta y mandar cartas
instantáneas. Según él los teléfonos dispondrán de muchos canales de frecuencia,
de las ondas hertzianas, como las de la radio, con lo que se podrá conversar
muchos con muchos, de forma como si fueran las celdas de las abejas, ya no
funcionarán las emisiones de radio con lámparas sino con unas pequeñas celdillas
con circuitos muy complejos, lo que facilitará su menor tamaño y la comunicación
se verá incrementada geométricamente a través de las líneas de teléfono,
poniendo en contacto a todo el mundo, sean servicios públicos o particulares. –
¡Dios Santo! Dijo Gregorio, el marido de la tía Irene. - ¡Que locura! Ese
hombre… ¿cómo es que anda suelto? ¡Ni
que fuera el profeta Elías! ¡Todo eso no tiene ni pies ni cabeza! ¡Vamos,
vamos!, todo esto es un disparate. Todos los demás rieron y asintieron. –Bueno.- dijo Alberto. La ciencia
esta progresando mucho, en Madrid ya están haciendo pruebas para la televisión,
que dentro de unos años estará en cada uno de nuestros domicilios, quien sabe,
a lo mejor no es ninguna quimera… Una sonrisa de incredulidad se dibujaba en
todos los demás y con ella zanjaron el incidente, mientras Álvaro, que estaba
escuchando detrás del tronco de la melia, pensó en cómo podría ser todo
aquello. Recordaba lo que le había dicho su maestro: el principio de la ciencia
es preguntarse cosas y buscar las respuestas. En ello estaba.
20130603
El Tapado
20130527
Un embarque prometedor
UNA CHICA INTERESANTE
20130512
Luz de agosto, en otros tiempos
20130505
UN CHICO INQUIETO
(Publicado en el diario "La Tribuna de Ciudad Real" el día 4 de mayo de 2013)
20130430
La amenaza del cutter
Contó Miguel, un chico de treinta años y con mucha vida interior, que un día de octubre, la luz de la mañana le alumbró a las ocho. Al encender la radio, oyó las noticias con poca atención hasta el momento en que dijeron las de sucesos, especialmente la información de que, en el país, uno de ellos en su región, se habían descubierto a varios jóvenes asesinados, todos con cortes en la yugular, al parecer con un afilado cutter. No le dio mucha importancia, posiblemente por el tono de la noticia. Creía que era una de las que de vez en cuando conocemos y que las ves a distancia, sin que afecten demasiado. Mas tarde, a las diez, cuando iba en el coche, informaron que los asesinatos se habían cometido, en su totalidad, en sitios donde había mucha gente. Sin embargo, pese a la concurrencia, y sorprendentemente, nadie se dio cuenta de los sucesos hasta ver los cadáveres. Por la forma de las heridas habrían sido sorprendidos y no les dio tiempo a defensa alguna. Esta insistencia en la información le hizo que se tomara interés e imaginó el momento, con la vida huyendo por la garganta abierta, mojando el cuello del caliente y vital líquido rojo. Lo contaba y me miraba con la angustia en sus ojos.
(Publicado en el periódico La Tribuna de Ciudad Real el día 27 de abril de 2013)
El criminal colmado a su gusto
(Publicado en el periódico La Tribuna de Ciudad Real, el día 20 de abril de 2013)
EL ECTOPLASMA SÓLIDO
(Publicado en el periódico La Tribuna de Ciudad Real el día 13 de abril de 2013).
20130217
Muere febrero, deshauciado
20130119
LOS MIRLOS COMENTAN
20121227
UN DICIEMBRE PERDIDO
20120916
JEAN BAPTISTE
20120730
El ordenado desorden
20120212
Lectores
Me dicen las estadísticas de este blog que tengo lectores, en México, Argentina, Colombia, EEUU, Perú, Chile, Venezuela, Países Bajos y Alemania, por este orden y en relación numérica decreciente. Nunca pensé que mis escritos llegaran tan lejos y a tanta gente. Y no es que me importe el número global cuantioso de gentiles lectores, sino la suma de ellos. Uno por uno. Me gustaría conocerlos y comentar lo que en principio para un escritor es un monólogo. Son muchos pensamientos los que he dejado libres en la red. Invenciones y relatos que nacen de esa imaginación fértil que me dieron mis padres y que intento administrar con tiento y fortuna. La imaginación es un don que da la naturaleza pero que tiene dos caras: una favorable y otra no. La favorable es que todo lo que tiene la vida, y que es bueno, se vive con mucha más intensidad, con más rico detalle, si se tiene imaginación. Por otra parte, si es de lo que no tiene bueno la vida, se sufre, también, con mucha más intensidad. Por todo ello, decidí ha tiempo el poner a trabajar a la imaginación para comunicar mis reflexiones y contar historias, unas verídicas, otras no, y otras mitad y mitad.
El mundo esta cambiando hacia una nueva era. Es tanto el impulso que están dando las tecnologías a la vida social que, en muy poco tiempo, viejas instituciones, naciones, pueblos, culturas, y aquello que antiguamente se llamaban razas y que ahora no es fácil definir con precisión, debido al desarrollo de las mismas y a las comunicaciones y transportes, están cambiando. Hasta las enfermedades lo hacen y las costumbres también.
En este mundo que cambia, tan vertiginosamente, que no nos da tiempo a asimilar los cambios. Llegado este momento, que me ha sorprendido siendo mayor, quiero contar algunas cosas. Las que he vivido y las que imagino. A usted, que me lee tan lejos, pero que siento tan cerca. Espero que le complazca. Saludos.
20120131
LA SIESTA DEL FAUNO

Había venido en la Pava de las once y ya se había cambiado según le pareció. Llevaba un vestido blanco de algodón con florecitas, y como se le ajustaba al cuerpo, entre los botones se le podía ver sus interiores por las aberturas que se abrian y cerraban de vez en cuando. La vio limpia, muy limpia; con la piel sonrosada. Los pies, recién lavados como no había visto nunca, se veían desnudos sujetos por una fina tira de cuero que amarraba las sandalias, y todo ello envuelto en una sonrisa, mitad burlona, mitad interesada. Parecía divertirse con la turbación del muchacho, torturandolo acariciándose la melena corta, una y otra vez. Le miró con detenimiento con sus ojos negros muy grandes y risueños no apartando la vista, como otras chicas hacían. Por esas cosas, conforme avanzó hacia la casa del Trancas se le iba acelerando el pulso.
Pasó por la puerta del patio que tenían entreabierta y cruzó por el empedrado hacia las habitaciones de abajo donde solían pasar la siesta, sentados en el suelo del pasillo, oyendo música con el transistor Zenith de su amigo. Desde dentro, pudo oír a los Everly Brothers cantando una de sus baladas. En el pasillo no había nadie, ni se oía a nadie. La música venía de la habitación contigua donde solían dormir los invitados. Avanzó hacia ella y vio la puerta entreabierta, miró dentro y, allí, era donde se encontraba la hermana del Trancas echada en la cama, dormida, con la mano cubriéndole los ojos y una pierna doblada. Al levantar la pierna dejaba al descubierto todo el muslo y se podía ver unas inmaculadas bragas blancas de algodón que se ajustaban a las carnes rosas de la chica. Se quedó mirando, fijamente, embelesado por una visión que le parecía un milagro de la naturaleza. Sujeto al quicio de la puerta, se quedó petrificado con la respiración agitada y a tope de sus pulsaciones. Estaba en estas, cuando recibió un guantazo que le dejó aturdido un buen rato. ¡Que coño haces, si se puede saber! Oyó decir cerca de su oreja. Cuando pudo recuperarse de la sorpresa y del aturdimiento, se dio cuenta que estaba sudando, echado en su cama durmiendo la siesta. ¡Son ya la siete y media y aun no has empezado a estudiar! ¿Qué quieres, que te vuelvan a suspender en septiembre? Su padre le estaba increpando al pie de la cama y se le veía muy enfadado y con ganas de gresca. Se incorporó, se bajó de la cama y poniéndose los pantalones pensó: Ya me parecía a mí que era todo esto demasiado bueno…joder…
20120129
Le verger, das Orchard, the garden. Otros nombres para el Huerto

Con el tiempo, después de la última gran guerra, la agricultura extensiva ha acercado la fruta a todo el mundo. En el camino fueron perdiendo todas ellas su natural aroma y su sazón mas pura. Los huertos familiares han ido desapareciendo, aunque, aún podemos tomar alguna de las frutas que conocemos, con casi las mismas propiedades que tuvieron en otro tiempo, las que conocimos al principio del siglo pasado, incluso a mediados; así, cuando es temporada, y si hay la fortuna de que en los mercados populares haya un hortelano que las venda directamente, de las que cultiva no muy lejos.
Pero en el trasiego del mercadeo siempre se pierde algo, y solo algunos afortunados que conocen las propiedades de cada fruta, y si madrugan, llegando los primeros, podrá llevarse el sabroso fruto de alguna de las especies que se cultivan en nuestro entorno. No es lo mismo esa fruta que la que se nos vende en el super.
Los frutales mas conocidos vinieron hace siglos de Asia Central, China y del Cáucaso. Desde entonces se han hecho muchos cruces con especies próximas, y con tanta selección que estas frutas de ahora no son aquellas, apenas la morfología, quizá algo parecido el aroma. Pero quizá se pudiera desandar el camino, si se rehiciera su genoma. ¿Es posible volver a recuperar aquellas frutas que atesoraban los romanos como una joya culinaria, sólo para el domus? Posiblemente.
Ahora sabemos cómo se cuidan, incluso con técnicas respetuosas del medio ambiente y con la naturaleza de la planta, pero me temo que no todo el mundo conoce el arte de disfrutar su cultivo, con detenimiento y delicadeza, así como acomodándolos a su función estética, como un elemento mas de un jardín, de un paraíso oculto.
En Tresenzinas he vuelto a reencontrar mi oficio de agricultor familiar, disfrutando (hermoso verbo para esta función precisa, de la que trae su semántica) de las horas lentas de continuo coloquio con la botánica, que responde siempre sin influencia alguna, salvo las propias de la naturaleza.
Los almendros, el peral, los membrillos, abandonados hace años, apenas han aguantado enredando sus ramas invadidas por los líquenes, hongos y parásitos que han encontrado en ellos unas plantas a su disposición. Otros frutales, sucumbieron por el abandono, la sequía y las enfermedades. Solo el avance de la nidificación de los pájaros insectívoros, y una climatología que está cambiando por días, les han dado un margen de supervivencia. A los supervivientes, les dí a tiempo el tratamiento de invierno, con un producto totalmente compatible con la naturaleza, y una poda de saneamiento que les ha hecho recobrar un principio, parecido a su hermoso y antiguo porte, con la salud propia que les hace fecundos, eso sí, con la complicidad del panal de abejas que pusimos en la esquina del terreno.
Ahora, habrá que esperar a los días de primavera, para que el abono, el cultivo de la tierra y los tratamientos les hagan brotar con fuerza e inunden con lo más hermoso que tienen, sus hojas y sus frutos. Entonces, cuando las ramas estén en sazón, será el momento de hacer los necesarios injertos para mejorar la producción con la ayuda de aquellas plantas resistentes, de la misma familia, que ayuden a sacar la mejor fruta con el menor de los aportes artificiales. Todo el año, con la satisfacción de ir consiguiendo los mejores frutos de la naturaleza, sin tener que ir al Supermercado, con la casa inundada de nuevos perfumes que hagan un hermoso momento el ordinario de la alimentación, empieza una nueva vida que hace bueno ver pasar los días.
20111008
Vuelvo a Tresenzinas

Desde hace más de veinte años siempre que tengo una buena ocasión, vuelvo a Tresenzinas. Subir la última cuesta es un ritual que ya esta dentro de la memoria como un hábito adquirido. Da lo mismo que sea por la mañana amaneciendo o por la noche cerrada, subir por el Camino de los Barrancos es un hábito que precede a Tresenzinas. Le puse ese nombre porque cuando adquirí la finca solo había tres encinas pequeñas que crecían entre los olivos. Las encinas siempre han representado para mí la esencia del campo de mi tierra; quería una finca con encinas y ya tengo ahora más de una docena, algunas crecidas, como para acoger debajo de su sombra una hamaca de tijera con lona de listas y un buen libro para leer mil historias que me enseñen el mundo.
En Tresenzinas, cada vez más, se oye la naturaleza respirar. Las tórtolas, las abubillas y verderones se hacen presentes sin tener ningún reparo a nuestra presencia. Como los descarados tordos que acuden a los higos de las dos frondosas higueras junto al pozo. El cielo fue muy duro en los primeros veranos que estuve allí. Apenas cubrían sombra los pocos árboles que con dificultad crecían en la ladera. La brillante luz de julio se me introdujo en el fondo de la memoria y me ayudó a aprender a sacarla con el óleo pellizcando el azul de Prusia. La luz rosada de amaneceres y ocasos salió sola como suele salir el gran astro Arturo, apenas anochecido.
Vuelvo a Tresenzinas, ahora con mis hijos crecidos y yo, cargado de memoria, dispuesto a encontrar aún nuevas especies botánicas que tengo sin conocer, me tomo el retiro con la tranquilidad del que vuelve, como el griego Ulises a Ítaca.
En medio del pedregal también resuena la huella del remoto pasado. Hicimos un camino entre las piedras que siempre llega donde se empieza, como la memoria de un viejo que retiene toda una vida. A su alrededor la primavera levanta toda la riqueza vegetal y animal y creo ver el paraíso perdido del que hablaba en poeta inglés Milton. Paraíso que se llena de sentido cuando reina el silencio que nunca es absoluto. La naturaleza es así de hermosa. Habla sin molestar.
La noche llena de suave paz las horas de Trenzinas, y, ni las esquilas de las ovejas, ni los perros lejanos, perturban el clamoroso silencio de una casa subida en las alturas.
Una liebre ha hecho su asiento en la finca, y creo que es prima del matacan del que hablaba Miguel Delibes, aquella liebre que rompía a carreras a todos los perros de caza. Corre nada más verme y se pierde entre la espesura como si la vida le fuera en ello. Hacemos cosas como esas todos los días y sin embargo nos sorprendemos que lo haga una liebre. Huimos de lo que tememos y las más de las veces ni siquiera ha reparado en nosotros lo que nos asusta.
Todos los días que vuelvo a Tresenzinas descubro novedades que la hacen especial. No ha mucho levantó el vuelo una oropéndola que me trajo recuerdos de mi infancia en la huerta de mis padres. Por eso y porque es el mejor sitio donde apartarse a tomar sosiego, siempre vuelvo a Tresenzinas.