20100312

SOMBRAS DE MADRUGADA


No supo nunca muy bien por qué lo hizo. El caso es que a las cinco de la mañana de un miércoles de finales de enero se vio haciendo el equipaje con cuatro cosas que fue cogiendo conforme se le antojaba, hasta que la bolsa se llenó del todo y tuvo que tomar la decisión, sin mucho disgusto por cierto, de dejar el resto de sus cosas. La casa estaba muy oscura y en silencio, los muebles ya ni se quejaban, como solían hacer cuando se iba a acostar, ajustando sus formas a la falta de presión o al cambio de temperatura por la agonía de la lumbre en la chimenea. La calle estaba solitaria y en silencio también, según pudo comprobar al abrir la puerta de la casa. Cuando tiró de ella, y con el golpe que dio la mano de bronce del llamador, supo que estaba en ese momento cerrando un tiempo de su vida que ya no volvería.
Hacía noche oscura, alumbrada con las escasas tulipas de porcelana del alumbrado público. Subía por la cuesta hacia la estación del ferrocarril con paso cansino pero decidido, más pensativo que triste y menos dormido de lo que podía parecer, parecía recrearse en un inusitado paseo sin expliación, teniendo en cuenta el madrugón.
La calle, pensaba, era una de tantas de una ciudad pequeña ,en la que había durante todo el día trajín por los transportes ferroviarios y de viajeros. Cuando llegaba un tren, la vecina de enfrente estaba preparada en su sillón de mimbre, arropada con las faldas de la mesa camilla, dispuesta a disparar su curiosidad para alimentar su comadreo. Posiblemente lo hacía para olvidar su prematura viudez o para no pensar en las putadas que le hacía su único hijo, adolescente, que casi siempre acababan con una visita de la policía. No creo que fuera consciente de que fisgonear fuera reprobable, al fin y al cabo lo venía haciendo el periódico en una sección fija, dando cuenta de quién se iba a Madrid y porqué y quién venía. Supongo que ese vicio pudo haberse engendrado en el país por aquella maldita Cédula de Policía de 1824, ordenada por Fernando VII, por la que se fundó, de hecho, el Estado policial que controlaba a todos. La vecina, mujer de ojos de cuchillo y de lengua cargada de veneno, se movía más por sus bajos instintos que por un supuesto interés público. Nunca tenía suficiente y la confesión de sus pecados la dejaban nueva para emprender su oficio con nuevos bríos.
Era aquella, una calle sembrada con boñigas de las bestias de carga que nunca terminaban de dejarla limpia, por muchas rondas que hiciera con el carrillo el barrendero municipal. Por ella subían, remontando la calle con fuerza, las campanadas de la iglesia de los jesuitas que, por más medianas que grandes, salían con un timbre agudo que llenaban los oídos de su molesto son. Golpes de bronce que llamaban a misa, a triduos, novenas, a rezar el Rosario y hasta las cansinas Gregorianas. Por esa calle bajaron las bandas de música, tanto la local como las de los pueblos vecinos, cuando venían a las procesiones llevaran armados o no, que solían hacer su pasacalle desde el Bar de las Cuatro Esquinas, frente a la estación; desfilando luego, todo recto, partiendo con sus sones la ciudad en dos, con una recta de sur a norte. Por otra parte no era mala decisión esa de hacer tal recorrido, porque así era todo bajar y hubiera sido más penoso terminar subiendo la cuesta de la estación. Pero también bajaban por ella todos los entierros del barrio y aún más los que traían ocasión por algún féretro que hubiera venido en el tren desde otro sitio. Unos, los mas caros y terriblemente tenebrosos, en carroza a la federica, con los caballos adornados con enormes plumeros negros que movían con su cabecear, los otros en viejos furgones americanos Buic, Pontiac o Chevrolet, bien conservados y acristalados propiedad de las funerarias.
Calle arriba siempre estaba abierta la puerta falsa de la bodega, que le olía el aliento a los alcoholes y vinazas. Allí acudían todos los del barrio y la visitaban como buenos parroquianos para comprar sus raciones de vino o los aguardientes con los que trabajar los dulces. Sobre las puertas de las casas en toda la calle, se veían los repletos haces de cables de la luz sujetados con unas mugrientas grapas a punto de caer. Sobre ellos en primavera, bajo los aleros hacen todos los años sus nidos las golondrinas y aviones que venían desde África, a tiro de las pedradas de cualquier chico experto con tirachinas. Por esta menguada via de la que se despedía escurren las aguas con prisa y caudal en los aguaceros y todo lo que iba recogiendo acababa en la Plaza, nadando y llenándola en su inundación, con la caída de cuatro gotas. Calle de sol inclemente en verano, de frios crueles en invierno. Sagrada con los aromas de un pangino en primavera, que hacía con su perfume trascender.
En esa calle nació.
Al principio y en la casa, habituada tanto a amaneceres como a ocasos, fueron pasando los días con emociones en carga y las luces de los días llenando sus ojos para impregnar la memoria de hasta el último rincón. De la casa le sacaron un día como a un detenido para meterle en una escuela de párvulos de un colegio de monjas toda una mañana, llena de niños chillones y con un insoportable olor a leche agria y deposiciones. La hermana que los apacentaba tenía un genio que la llevaba a la violencia con los niños con harta facilidad. Sospecho que pagaba con las criaturas su frustración al no poder profesar, por no ser bien nacida a los ojos de la Comunidad que la amparaba y a la que pretendía incorporarse. De ahí y con sus lamentos le llevaron a la escuela en la que daba clase su tía. Abrieron la puerta gris de la clase donde iba a estar con ella, para entrar en una gran habitación de techos altos; paredes encaladas con un enorme crucifijo y dos fotos del dictador y del supuesto ideólogo mártir; con suelo de tarima tan vieja que ya no se veía barniz alguno y las tablas habían cogido un color grisáceo por la humedad: los nervios de la madera se veían tan claros y sobresaliendo como las venas de un viejo. Las mesas, redondas, muy bajitas, con una pequeña pizarra de piedra sobre la qu alguien había dejado un cilindro de grafito: mas parecían las herramientas de los enanos de Blancanieves que otra cosa.
De pequeño tuvo que estar en cama por unas tifoideas complicadas que le tuvieron unos meses con muy delicada salud. Después, cuando le empezaron a inyectar la penicilina , que consiguieron de estraperlo a un empleado de RENFE que la traía de Portugal, fue mejorando hasta que llegó a la curación. Aún así pasaron los meses en los que dejó de ir a colegio y con ello, en su reposo, aprendía a emplear los sentidos como nunca lo había hecho. Fue como un ciego que veía, ya que su inmovilidad no le permitía ver cuanto pasaba por la calle, pero lo imaginaba y reproducía con su memoria; sin perder ni un solo detalle de los sonidos y las luces que se proyectaban en dirección contraria en el techo, a través de un balcón entornado. Esas formas y la memoria de la vida de la calle le fueron acompañando hasta que cogió el tren. La niebla era muy densa aumentada con los vapores que salían desde la máquina del tren. Apenas se dibujaban los contornos de los escasos viajeros que empezaron a subir. Poco después de que cantara un gallo en un corral cercano, con un silbido agudo el tren emprendió la marcha y, su casa, su ciudad y su infancia se alejaron para siempre. Desde aquel día todo solo se convirtió en sombras y vagos recuerdos que alimentar en los momentos de soledad.

20100225

POR EL SOCAVÓN

Siempre estoy en otra parte cuando me meto en el socavón. Espero en el andén, miro de soslayo a la pantalla esperando que diga que el tren esta llegando y espero. La paciencia es una de las herramientas con las que se convive en Madrid y sin ella sería un acto de auto inmolación intentar sobrevivir. Es esa especie de virtud llamada paciencia la que me sujeta y evita más de una desesperación. El tren llega haciendo tanto ruido que ocupa los espacios de la estación que por un momento parece estrecha. Se abren las puertas y vuelve a ocurrir: los que esperan dentro no son los que he visto otras veces. Se turnan sin darse cuenta por el azar, que coloca a cada uno en el momento oportuno.

Me mira un chino con cara de ser de las estepas del viejo Cathay. Juraría que dejó no hace mucho el viejo buey lanudo del que se servía para todo. Mira perdido al fondo del vagón con las pupilas en movimiento por el continuo trajinar de su memoria. Las placas gris verdoso del cielo plomizo de su tierra le persiguen allá donde quiera que vaya. Bajo ellas persiguió de chico a sus primos las largas mañanas de aquellos interminables inviernos alimentados con la leche de las vacas lanudas. Las reglas de la tribu no eran complicadas ni difíciles de entender, solo que la rigidez con las que se seguían las hacía extremadamente pesadas, agobiantes, y dejaban al desnudo las pocas expectativas de aquella lejana vida que dejó. Todo cambió cuando llevaron la primera televisión. En la tienda del tío abuelo se reunían todas las tardes-noches para ver aquella ventana asomada a otro mundo. Allí vio por primera vez que había otras perspectivas, otra vida y presumiblemente mejor: no había más que ver el buen color y aspecto de las gentes que circulaban por las calles. Cuando se acabó su principal sujeción, de muerte natural de los padres, solo tuvo que despedirse del abuelo y que ése le deseara suerte.

Las niñas que hablan a mi lado dicen, con el fin de que nos enteremos, su historia cuando les echaron en cara su naturaleza en un casting, para un anuncio de comida seca, que eran de Parla, ( no sé para qué) y, a estas alturas, no lo voy a dudar, ¡vaya que no! pero es tan cierto como que tienen las mismas presunciones que todas las de su edad. Una estúpida rebeldía que sin causa asoma por el pescuezo y les hace picar las ganas de demostrar que tienen un sitio y los demás deben reverenciarlas por ello. Tiene los rasgos del altiplano boliviano, muy marcados. Apenas una generación desplazada de aquellas tierras y ya se les olvidó cómo llegaron sus padres y para qué. Estas, cargaron con toda la bisutería de un Chino y ahora exhiben sus alhajas como quien tiene una carga valiosa. Las escasas virtudes del joyerío quedan peor y desmerecidas por la falta de aseo de unas caras nuevas ennegrecidas; parecen que fueron olvidadas en un desván lleno de polvo. Han aprendido rápido los hábitos de sainete de los de aquí, sin acordarse de que también hay que comprar de vez en cuando una pastillica de jabón. Es tan “interesante” todo lo que dicen en voz alta que los ánimos del vagón entero decaen. Unos miran a otro lado y los más impacientes bufan mirando al techo con resignación.
Porque:
Julia
medijoelotrodia,
fijatequetonta,lamuygilipollas, quea
lomejorRuriselallevaeljuevesconella,fijatebienloquetedigo,
ELJUEVESCONELLA…nosinoh esaniñanoescamientadespuesdelodelToño…

El tren sigue por el socavón y se va tragando mis pensamientos, las conversaciones de las niñas y los recuerdos del chino de mirada perdida y cansada, harto como esta de trabajar y no ver aún las mejores cosechas de esta nueva buena vida.

20100211

1946. Jueves, 21 de noviembre

Q.KO
Las chimeneas de las casas humeaban con el olor a azufre que daba el carbón, en uno de los días brumosos del mes de noviembre. Solo el olor valía para distinguir entre el humo y la niebla, que resultaba teñida no sé muy bien si por el humear o por el color parduzco de las fachadas. El silencio general era el natural previo a una nevada y solo lo rompía el silbido del tren que avisaba de las entradas y salidas de la estación. En la ciudad, apenas había gente ocupada, acarreando leña, preparando el sacrificio de las reses y las verduras en el mercado, abriendo alguna sacristía, cerrando algún calabozo tras la expulsión del último borracho sin hogar, y los carros del transporte subían la cuesta de la última calle para recoger sus mercancías del muelle ferroviario. Las bestias iban dejando sus boñigas humeando sobre el firme de los adoquines. Aún era pronto para el trabajo en los servicios públicos y en la panadería se derramaba el olor del pan que ya estaba listo para la venta. El alguacil roncaba en su cuarto, aturdido por los vapores del amoniaco de un bacín lleno. Y los colegiales aún dormitaban sepultados entre un cerro de mantas y los colchones encajados en las altas camas de frío hierro negro, aguardando, sin ser conscientes, la hora de acudir a la escuela.
En el bar de la plaza, aun con luz eléctrica, pese a que estaba completo el amanecer, se despachó un café para el abogado. El reloj redondo de pared, con la marca francesa en el centro, sonó dando las siete y media. Llegó desde su casa, luego de estar toda la noche peleando con los escritos del pleito. Mirando a la taza, medio dormido, pensativo y con un punto de tristeza, repasaba todo dando vueltas con el índice por el borde. Pensaba en lo fácil que es resolver un conflicto si hay buena disposición y lo difícil si no la hay. ¡Cuanta mala leche había en las letras de la demanda! Pensaba. La misma que habría en la contestación. Así se habían producido los hechos desde el principio y así seguiría mas adelante. Por una cuarta de linde o un palmo de medición mal hecha se tenía la necesaria materia para destrozarse las partes toda una vida. Al fin y al cabo solo era el instrumento de su cliente y nada cambiaba con su opinión. Pero ese trabajo, fundado sobre pura mierda, no le hacía feliz precisamente. Le miró el chico de los periódicos cuando pasaba camino de la papelería y, por un momento, el jurista envidió su cara despejada de preocupaciones. Por un momento también, el chico pensó en cuanto tendría que trabajar para estar sentado en el bar tomando tranquilamente un café.
Llegó el abogado a su casa cuando la muchacha, con las mejillas prendidas de rojo por el frío, estaba ya en el patio encendiendo con un soplillo de esparto los dos braseros de picón. Subió por la escalera y fue directamente a su cuarto volviendo a hacer crujir las tarimas del salón donde aún calentaban en la chimenea las brasas del fuego que hizo confortable su trabajo nocturno. Se echó en la cama vestido y calzado, con los pies fuera por un lateral; después de poner el sonoro despertador para una hora mas tarde. Se quedó mirando el techo, enmarcando con los cercos de la escayola todas las ideas buenas que pudo acumular. Se quedó recreándose con el recuerdo de sus mañanas bajo el castaño de la huerta, junto al río, leyendo los Episodios Nacionales y oyendo a las oropéndolas llegar curiosas hasta la higuera próxima. Cuando empezó a ver en color las hojas del castaño, se quedó plácidamente dormido.








20100204

TIEMPO DE ESPERA



La Oscilación del Atlántico Norte, en su anomalía de este año 2010, nos esta mandando para acá mas agua y hielo de la que nos acostumbra cuando se planta el anticiclón de las Azores. Me estoy volviendo bobo con tanto mudar de ropa, sobre todo sabiendo como sé que no estoy muy atento con estas cosas. Por eso, hoy me he venido creyendo que iba a repetir el tiempo de marzo de ayer y mira por donde se ha levantado con tiempo de abril. Deben estar muy contentos los que salen disfrazados en el carnaval, pues con este tiempo, no van a pasar frío precisamente cuando llegue la cita.


Pero cuento, esta mañana estuve un poco tonto intentando descifrar los papeles en el trabajo: tenía una empanada tal que no era capaz de salir de ella. Así pues decidí irme un poco antes a tomar el café. En Casa Patillas, todos los días que puedo, me espera una tostada de pan de pueblo con tomate y aceite antes de dar el empuje con el café. Metido en el calorcillo del bar, Domingo Ortega me miraba de reojo con desconfianza. Nunca se llegó a enterar que no me gustan los toros desde que recobré la razón. No le pasa lo mismo a Luis Miguel Dominguín, presumiendo en barrera de la compañía de Ava Gadner. Ella miraba al tendido consciente de que tenía todas las miradas apuntándola, unas con envidia, otros con avaricia de sueños imposibles. Y él, de chuleta de los cincuenta. Aunque lo que siempre me ha intrigado es la postura de Manolete, al pie de un avión, endomingado de Príncipe de Gales, sin poner mas calor en el trance que el de un peatón, con la señorita que tiene colgada en el brazo, ejerciendo, no se si con acierto, de nueva dama de gente bien.


Oigo a unos que rabian con el Gobierno; sus quejas, las he oído ya muchas veces y con otros de muy distinto signo o plante. A la gente mayor parece que se les ha olvidado que la crisis del 73 fue arrastrando a país en la miseria hasta que se hicieron los Pactos de la Moncloa. Ya no dramatizo en exceso, aunque me escueza como a todos esta situación en la que vivimos de nuevo. Debe ser por que sigo pensando que estamos en el zaguán de una nueva era en la que ¡veremos a ver! cómo salimos adelante... En fin, despaché el café con el último sorbo y liquidé con Paco mi deuda de dos euros para volver a la calle.
En el mercado de Chamberí me acosan los tenderos con solícito interés. Siempre me ha sentado mal que alguien me salude de manera tan obsequiosa, sabiendo que es para que le compre lo que sea. No se si será por las técnicas aprendidas, en sus viajes de vacaciones, de los vendedores de los zocos árabes, (que dan la vara para que les compres), o simplemente que están desesperados por la crisis. Apenas me ven comprar el bacalao congelado, como si extendiera la noticia, todos quieren que les compre. No creo que tenga que ver para nada la justicia distributiva esa con el acto cotidiano de hacernos con lo necesario para comer, pues si fuera así, tendría que comprar por la misma cantidad a todos ellos. Apañados estaríamos. Así que, cogí mi bolsa y volví el trabajo. A esperar otro día mejor. A esperar nuevas de la Oscilación del Atlántico Norte. A esperar con desasosiego esa nueva era que parece inevitable.

20091209

TEMPUS FUGIT

(Imagen:www.casas-madera-prefabricadas.com)



En el reloj de mesa, que había encima de la que recibía la luz de la lámpara de pié, marcaba las siete de la mañana. Un despertador antiguo no muy lejos le seguía con la cuenta de las horas marcando los segundos con el tictac que aterrorizó al Capitán Garfio. Con la luz de la lámpara se veía el salón en suaves colores amarillos y cremas en toda su gama. Estanterías, libros, cajas de hojalata que ayer fueron envase y las que hoy lo parecen, (pero son mas guarda memorias), juguetes en las baldas, un mueble costurero de madera cerca del sofá, una televisión durmiendo en stand bye, una panoplia colgada exhibiendo un viejo Mauser con el cerrojo sin montar y un Colt del 45, dos tapices, tres cañas de pescar recogidas dentro de un viejo paragüero de latón con una estampa de caza y ocho cuadros de diverso tamaño, le observaban en silencio.


Desde la ventana llagaban las primeras luces del alba. Sonaba en la radio, al fondo, una canción de las Andrews Sisters con una cadencia dulce y amable daba vida a la habitación; la misma melodía que había llenado de nostalgia las trincheras en la Borgoña en el 44. Tumbado en el sofá, con el periódico caído sobre él y las gafas prendidas entre los dedos, se le veía rendido y descansando como un niño. Las mejillas enrojecidas destacaban sobre la cara limpia y tranquila. La calefacción mantenía cálido el ambiente.


No muy lejos, en el escritorio de la buhardilla donde solía trabajar en sus cosas, sobre el escritorio habia una cuartilla escrita a medias que terminaba diciendo: cuando te despidas, no me des la mano como si no fuera tu abuelo, jodío chico. Tu padre, que es un cachondo, también lo hacía… Estaba la pluma estilográfica con el capuchón puesto. Los lápices de acuarela se encontraban derramados al lado y parte de sus colores los había reunido con lentitud magistral en un dibujo que asomaba detrás del escrito. Era una la figura de un niño pequeño de apenas cinco años que a su vez estaba dibujando en un papel un barco velero sobre el mar picado. Los contornos del niño estaban sin terminar, apenas esbozados con el grafito de un lápiz graso. La mano, con detalle, había alumbrado el volumen en sombras marcadas con leve roce de color marrón con trazos de verde y rosa. En el dedo índice apoyado sobre un lápiz que sujetaba el chico se veía con claridad el brillo de la uña.


El olor a pino de la madera de las tarimas se mezclaba en un complejo perfume que había recogido hasta el último café preparado en la cocina. Cuando la canción hizo un piano moderato, se oyó aullar en el monte a una raposa que aún no había encontrado el remedio a su desventura. Respiró mas profundamente, se removió acomodándose en el sofá, cayendo las gafas al suelo; le siguieron las páginas literarias del periódico que se desparramaron por la alfombra.


Tempus fugit, se leía en el mueble del reloj de pared y éste, marcó en silencio las siete y cinco.


Autor: Ilustración:

20091120

OLOR A GASOLINA


La gasolina llega evaporada abriendo el capó del coche. Descubro, de nuevo, la aventura que viene por la llegada del Renault verde oscuro, de 1930, aparcado delante de casa que nos llevará al campo. La mañana amaneció fresca y luminosa, faltando a la costumbre de los días de noviembre. El esportillo grande está lleno con la fiambrera y toda la comida que preparó mi madre para el día. Me abrocho el abrigo gris, que heredé de mis hermanos, y bajo a buscar al chófer que siempre esta trasteando con el coche. Los coches, se perfuman con gasolina. Tiempos estos en que los gases forman parte del conjunto del automóvil.


Oliendo a gasolina, roncando con fuerza su motor, se mueve el auto balanceándose por los baches que han dejado las lluvias pasadas; sus ruedas gruesas imprimen la huella en la arena fina del camino de la huerta. Con el ruido ronco, que se oye por todo el contorno, se levantan torcaces y codornices, ajenas todavía de su expulsión de estos campos, por la marea de la urbanización. El verde intenso de los cereales recién brotados brilla con el sol y se balancean con el viento semejando un verde humedal lleno de silencios siseados por las plantas. En medio del sembrado dos zorzales saltan buscando algo que comer y a lo lejos se oye el aullido de un perro que presiente algo. De tarde en tarde, pasan casas a un lado y a otro, casi todas vacías por la invernada.


Nuestra casa es una de las últimas de las huertas, con estructura sólida de piedra que parece haber aguantado la ira del tiempo impasible. Sin embargo, algún verdín se ha agarrado en las junturas que la verdea sobre una superficie de cal, ensuciada por los vientos y las últimas lluvias. No tiene ya el blanco impoluto de principios del verano, recién encalada. Dentro, tiene amplias habitaciones donde es fácil sentirse recogido. Las sábanas estarán frías por la humedad de muchos días sin habitarla. Pero, abriendo las ventanas para dejar que el sol pase dentro, en un par de horas estará lo suficientemente calida como para no querer marchar a la ciudad.


Los frutales desnudos ven bajo ellos que han brotado algunos hongos entre las podridas hojas secas. Se retuercen con sus ramas desperezándose en un momento sin terminar. Los gorriones siguen agarrándose a ellas para sus desplazamientos y, cuando se llaman, rompen el silencio apenas sentido con el fluir de la brisa.


Creo sentir las voces nuestras en las numerosas jornadas de verano, entre la broza dorada de los bordes y el verde frescor de las regueras. Puedo ver los tomates asomándose bajo sus aromáticas plantas salvándose de un sol intenso y cálido. Las oropéndolas bajan desde los nogales para disfrutar de los ciruelos. Puedo identificar, con esta brisa que siento, aquella nocturna que llega en el estío junto con Venus al caer la tarde. Sentado enfrente de la casa, siempre, mi padre, aprovecha las últimas luces para darle el postrero repaso al ABC.


Una vez que la noche es cerrada, él me contaría como siempre, miles de historias de la mitología griega y su relación con los astros. Ahora, no llegaremos a la noche, lo sé; al caer la tarde, nos iremos de nuevo a Ciudad Real, por el mismo camino por el que volvió Alfonso VIII de huída de Alarcos. Esta vez dentro de un Renault. La derrota no estará para mí en una ciudad sitiada, sino en la vuelta al colegio para sufrir las sandeces de la docencia en un colegio religioso.


Las tablas de las hortalizas apenas tiene cuatro restos muertos y húmedos caídos entre la tierra sin trabajar, salvo las que se sembraron de coles y zanahorias que se mueven lozanas con la brisa. Entre medias de las coles, una pata sin control puso los huevos. El descubrimiento feliz se celebra con una tortilla.


Cae la tarde y nos llaman para recoger. La tristeza apenas sirve para las despedidas. La luz se va y el frío viene.


Al llegar, frente a la puerta en la ciudad mi madre me promete de nuevo otro viaje al campo en dos semanas. Buena escusa para imaginar también; para que luego digan los profesores en su informe que soy un chico distraído.

Mi madre coge mi mano para ayudarme a bajar del coche. Como se la cogeré yo después cuando envejezca. Oliendo a gasolina, sonreímos.


Autor: Ilustración:


20091109

EL HUERTO



(El Huerto. Vlamink) <!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:Georgia; panose-1:2 4 5 2 5 4 5 2 3 3; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:roman; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:647 0 0 0 159 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:Georgia; mso-fareast-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:595.3pt 841.9pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:35.45pt; mso-footer-margin:35.45pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} -->


En el fondo de mi memoria hay una permanente imagen, que siempre vuelve, de un huerto cerrado con tapias de piedra entre las cuestas de un pueblo de la sierra de Cameros, en Rioja. Aun están las manzanas y los peros, balanceándose por el empuje de la brisa, en los árboles vencidos por el peso de la fruta tendiendo sus ramas hacia el suelo donde, entre surcos de fértil tierra, se levantan las berzas frondosas, con gotas de lluvia retenidas, como gemas transparentes, en sus hojas. Las maderas medio podridas de la puerta de entrada y el cierre con un candado son suficientes para guardar la privacidad. Motivo suficiente para el salto de las tapias a los mocetes que suelen gustar de la primera fruta.


Las coles hay que resembrarlas con la luna menguante, por aquello de que la savia está descendiendo y es el momento de los trasplantes. Antes, tanto a las coles como a las zanahorias, las fuimos sembrando en una hoya, por donde desfilaron todas las simientes y se retiran después los pequeños plantones. Esto de mi recurrente recuerdo viene por la sensación de inestabilidad y desconfianza que tengo en los abastecimientos urbanos. Una huelga del transporte o unas fuertes nevadas dejan las despensas en pocos días vacías y listas para ir tirando de las conservas, mientras duren. Un huerto para la mínima autosuficiencia es bueno para tranquilizar a desconfiados como yo y para tener materia prima de calidad extrema para la cocina.


Conforme pasa el tiempo, el negocio de la cocina ha pasado a mis manos y con mucha satisfacción. Sus elementos creativos y la buena recompensa que tiene, hacen del oficio una buena forma de ocupar una parte del tiempo del día. Es una suerte de alquimia natural de la que todos los días se aprende algo bueno. Una buena salud suele venir fundamentalmente por una buena comida.


Por otra parte el cuidado de los frutales, que no es fácil, tiene un resultado normalmente bueno y hace que nos sintamos más cerca de la naturaleza a la que pertenecemos. Las nervaduras de una hoja de ciruelo nos puede decir, si la observamos, cómo va su cultivo y si tiene o no alguna falta que haya que cubrir de manera inmediata. Los huertos se riegan, y eso, es lo más frecuente en esta tierra nuestra sedienta que nunca trae la suficiente lluvia para las variedades que plantamos. Por eso saber tratar la tierra lo suficientemente bien para que se aproveche hasta la última gota dice mucho de un buen hortelano. Las mañanas que se levantan abiertas y soleadas después de la lluvia nocturna son un golpe de suerte.


Mañana, me sentaré a la sombra de un castaño,como ya he recordado mas de una vez, y, entre las líneas del libro que estaré leyendo, quedará trabada mi vida que va pasando a impulso de los segundos llenos de luz y un dulce pensar. Con los aromas de la huerta, que seguirá creciendo y cambiando para darle alegrías a las ollas y a la lumbre.



Autor: Ilustración:


20091030

ALCANTARILLAS



El lado oscuro de la ciudad se asoma por el alcantarillado. Alientos pútridos de fetidez insoportable salen de sus bocas por los imbornales. Si su digestión está suficientemente regulada casi no se nota. Cuando llegan las lluvias, con la primera escorrentía, se revuelven por dentro todos sus malos humores. Pero su aliento, su aceptado aliento por los vecinos, forma parte del paisaje urbano, dándole la dimensión del olfato, con la que cobra toda su realidad. Decía digestión al referirme al proceso químico de tanto residuo que llega hasta allí. Los hogares e industrias que hacen discurrir todo tipo de aguas, mayores y menores, acumulan también los sobrantes de productos orgánicos y químicos. El líquido discurre pero se decanta en su lecho y paredes. Además se arroja allí prácticamente de todo: plásticos, metales, cauchos etc. En Estados Unidos se vieron cocodrilos sueltos a la red por aficionados a la fauna doméstica: crecidos son un problema. Peces pirañas, llegados por avión en peceras hasta la casa de algún coleccionista, pueblan algún río sorprendido. Las prohibiciones que la ley impone son muy difíciles de controlar con la mundialización del transporte y su accesibilidad.
En los imbornales de las calles, se arrojan, o caen allí miles de objetos que llegan hasta las galerías que vierten en los colectores. La ciudad escupe basura o desechos; el rastro de la civilización trae esto. En el fondo de una alcantarilla estará el anillo perdido o arrojado de alguna persona que lloró o se alegró por ello; monedas rebeldes que saltaron el burladero de sus rejillas esperando que alguien las recoja, o que la oxidación las mate y las llaves perdidas, que movilizan a los bomberos o cuestan la rotura del cristal del coche. Las alcantarillas, con el fétido aliento del nunca visto y oscuro dragón que las habita, impide que cuanto cae allí sea reclamado; muy somero tiene que estar, y muy valioso tiene que ser lo perdido, para atreverse a abrir sus sucias fauces. Reclamarle algo induce tanto temor como recurrirle un acto a la Agencia Tributaria.
Pero no todo es naturaleza muerta. Allí encuentran nutrientes todo tipo de fauna animal que tiene estómago compatible. Roedores, a los que el Ayuntamiento, gentilmente, les hace las infraestructuras. Ya sé que no es su intención, pero no recuerdo que les cobre peaje ni que sea muy enérgico con estos insanos ocupas. En mi urbanización todavía pienso si somos, los vecinos, fuerza ocupante. Llegaron las ratas antes que nosotros, y de vez en cuando nos amenazan con salidas esporádicas para que su reclamación territorial no prescriba. Tenemos una ventaja, todo hay que decirlo, también estaban antes y discuten con las ratas sobre la propiedad todo un ejército de insectos; especialmente las cucarachas (la Alemana, la Banda de café, la de Café ahumada, la de Campo, la de Madeira, la de Turquía, la Gris, la Australiana, La Cubana, la Oriental etc.) Todas ellas, descendientes neuróticas de otras a las que se les dejó instalarse y adquirieron la propiedad por usucapión (o prescripción adquisitiva).
Me consuela saber, como dicen que hacen los tontos, que otras urbanizaciones, calles –incluso ciudades- están iguales que la mía. Las inversiones para estos desahucios parece que no son las suficientes.
Hubo un tiempo que recordaba con admiración y sorpresa el crecimiento de una higuera, de considerable altura, subida en lo alto de uno de los contrafuertes de una Catedral. Todo el mundo justificaba su existencia por la costumbre que tienen los pájaros de comer higos, defecar las semillas sin digerir y con el abono puesto. Nadie reparaba en la desidia clerical, que se supone era responsable del mantenimiento del templo. Ahora me pasa algo parecido cuando veo, incluso en el centro de la ciudad, florecer la primavera, o reverdecer el otoño y el invierno, con las preciosas plantas que crecen entre las rejas de algunos imbornales. ¡Nunca estuvieron tan bonitas las ventanas de las alcantarillas!

LOS HOMBRES MEJORAN CON LOS AÑOS (MEN IMPROVE WITH THE YEARS)

I am worn out with dreams;
A weather-worn, marble triton
Among the streams;
And all day long I look
Upon this lady's beauty
As though I had found in a book
A pictured beauty,
Pleased to have filled the eyes
Or the discerning ears,
Delighted to be but wise,
For men improve with the years;
And yet, and yet,
Is this my dream, or the truth?
O would that we had met
When I had my burning youth!
But I grow old among dreams,
A weather-worn, marble triton
Among the streams.

Estoy cansado de sueños;
Un tritón de mármol, gastado por el clima
En los riachuelos;
Y durante todo el día observo
La belleza de esta dama
Como si hubiese hallado en un libro
Una belleza imaginada,
Satisfecho de tener repletos mis ojos
O mis oídos que perciben,
Encantado de no ser más que sabio,
Pues los hombres mejoran con los años;
Pero aún así, aún así,
¿Es ese mi sueño, o la verdad?
Oh, ¡cómo quisiera que nos hubiésemos conocido
Cuando yo tenía mi ardiente juventud!
Pero envejezco entre sueños,
Un tritón de mármol, gastado por el clima
En los riachuelos.

William Butler Yeats (1835-1939),

20091023

SPANISH WETLAND FACING DESTRUCTION AS FARMING STARVES IT OF WATER

GUARDIAN. UK

23-10-2009


• Less than 1% of Tablas de Daimiel remains as lagoons
• Fires burning underground as illegal wells dry out peat

Fires burning underground as illegal wells dry out peat

Workers near a smoke plumefrom an underground fire in Las Tablas de Daimiel national park in Ciudad Real, Spain. Photograph: Mariano Cieza/EPA

The EU has begun an investigation into a unique Spanish wetland park that is being devastated by underground fires.

Local officials have admitted that mismanaged water resources at the Tablas de Daimiel national park may never recover. "We are on the point of losing the Tablas de Daimiel," said Josep Puxeu, Spain's secretary for state for water.

With less than 1% of the park now covered by water, layers of underground peat have dried out and have started to spontaneously ignite. Park authorities are unable to locate the underground fires until they break to the surface.

The wetland park, near the city of Ciudad Real in the central Castilla-La Mancha region, is classified as a Unesco biosphere site and is one of just 14 national parks in Spain. A fresh fire was detected this week, confirming that the peat is still being destroyed.

EU inspectors will investigate how for decades Spanish authorities have allowed thousands of illegal wells to be dug near the park. Scientists say the wells have lowered an aquifer that once spilled water on to the surface of the wetlands but now lies more than 12 metres (40ft) below ground.

Despite repeated warnings over the past 20 years, people continue to pump water from the wells, using it to irrigate nearby farmland. "We are at a point of no return," the park director, Carlos Ruíz, warned in a recent report.

With the aquifer unable to feed the park, the wetlands are being kept alive artificially. Their survival now depends on water being pumped in from elsewhere.

Similar underground fires heralded the death 20 years ago of the upper reaches of the river Guadiana, which is meant to feed into the wetlands. Ruíz, who raised the alarm in El País newspaper last week, has since been banned from talking to journalists. The Guardian was sent away from the park offices last week.

The destruction of the peat reduces the park's ability to retain any water that reaches it in the future. Man-sized cracks in the soil have opened up in some areas, making the park dangerous to walk in.

"Daimiel was once a paradise, with thousands and thousands of birds," said Santos Cirujano, of Spain's Higher Scientific Research Council. "If they want to save it, they can, but that requires a will to conserve it."

Visitors to the park now find just a few lagoons, home to a handful of coots and egrets. Stilted walkways cross over baked earth and rowing boats lie stranded on the ground. Observation huts look out on endless stretches of dried out land.

Pepe Jimenéz, head of Spain's national parks, said the situation was reversible. "We are buying up land around the park and buying water rights too. The rate at which the aquifer is declining is slowing down but it will take time before it can provide water to the park."

Spain now has 10 weeks to explain how it plans to respond to the crisis, and the country could be punished with sizeable fines. The government has promised to pump water in from the Tagus river basin, but not until next year. And the last time that was attempted, 95% of the water was lost along the way. In a country where water is fought over bitterly, the decision has provoked anger from Tagus farmers.

Some scientists have predicted that Spain's thirsty agriculture will not survive in the next decade as aquifers become exhausted and global warming lessens rainfall. Last year, Barcelona was forced to import water in tankers.

Manuel Martín grows melons and giant pumpkins on a modest plot where the Guadiana river once sprang generously from the ground. Now the barren riverbed is pitted with cracks and subsidence holes. Half a dozen water mills remain, stranded along the banks. Yet overhead there are huge pivot sprinklers serving the cereal crops.

"The lagoon here used to be full all year round but I haven't seen water since 1985," Martín said. "Our grandparents managed to irrigate their fields without making the water disappear. They should ban those pivot sprinklers until it comes back."

20090920

LOS CIEGOS DE BRUEGHEL


En Nápoles, (Italia), en las Galerías Nacionales de Capodimonte, hay un cuadro de Pieter Bruehel con el título de “Parábola de los Ciegos”. Hace mención al pasaje bíblico que decía del mal conductor que puede ser un ciego, o del que no quiere ver, como se decía de los fariseos. Brueghel fue uno de los pintores más importantes del siglo XVI, y entre los flamencos a la par con El Bosco. Como hiciera años después Rubens, su formación en Italia le dio pericia en pintar y la composición propia de los maestros del renacimiento. La técnica italiana y el color flamenco hicieron todo en él, de por sí muy expresivo y sensible. En mis frecuentes visitas al Museo del Prado de Madrid, cuando yo apenas era unos ojos dispuestos a archivar toda imagen que se pusiera a la vista; apenas unas manos torpes que movían el lápiz con tanta falta de pericia como desesperación por no conseguir más, vi el tremendo cuadro de Pieter Brueghel “El Triunfo de la Muerte”; tuve una sensación plural: por un lado, parecía que estaba ante un cómic trágico que describía la impotencia del ser humano ante la inexorable voluntad de la muerte que se lleva a todo aquel en el que fija sus ojos. Por otro lado, se veía la maestría de un experto del color y dibujo llevando hasta lo más profundo del corazón la angustia del fenómeno natural de desaparecer: como un rapto, como un acto violento, como la expresión de la inutilidad del ser humano ante su inexorable llamada. Los trazos de Brueghel están hechos con pincel, pero tienen la naturaleza de los de un lápiz, de un carboncillo. Más que pintar lo que hacía era dibujar con el color. Sus cuadros están basados en apuntes hechos entre las fiestas populares entre las manifestaciones del pueblo. Entre la naturaleza, como los grandes pintores italianos, trascendiendo su oficio en pericia para hacer composiciones de gran movimiento y expresividad, llega al espectador con gran sentido dramático. En el primer cuadro de Brueghel que citaba, el de “La Parábola de los Ciegos” se ve con gran nitidez esto que digo. Las sombras de los paños de la ropa, de los pobres ciegos, las oquedades de los ojos, las cataratas negras en otros, las rojas barbas de uno de ellos, son líneas paralelas, de diverso grosor de color que dan una gran fuerza a la composición. Van Gogh haría lo mismo más tarde. El color está traído con la certera aplicación del que tiene en sus ojos toda la luz que ha visto en su vida y la retuvo como un tesoro. Los escorzos de los ciegos cayendo son un espléndido estudio de composición y movimiento. Asombra la capacidad del pintor de retener en su retina la imagen instantánea de un cuerpo y reproducirlo con exactitud sin que hubiesen conocido la fotografía. Es de suponer que atesoraba la memoria intensa que hace suspender esa imagen, antes del olvido, el tiempo suficiente para elaborar los trazos del escorzo, del boceto previo. En el cuadro la expresión cobra toda su intensidad y fuerza: Ante una naturaleza que los contempla en silencio, la estéril y estúpida imagen de los que sin hacer caso de la razón, del sentido común, de su propio interés; animados solo por una patética solidaridad de los comunes que creen que la debilidad de todos puede ser alguna vez virtud, caen los ciegos confiados en quien les guía: otro ciego.
La mirada de Brueghel sobre el pueblo es dura, analítica, fría y claramente compasiva sin embargo. Su ternura no esta lejos del análisis previo en el que muestra toda la certera realidad, de la humanidad más cercana. Vistas luego sus obras, grandes y maestras, no dejan de ser el testimonio de uno que vio lo que era la vida y la pintó. Hoy, en la vida, en la sociedad, en el discurrir de cada intante, sigue ocurriendo lo mismo, ciegos que conducen a otros hasta el abismo. Hasta los que se identifican como líderes no les falta esa misma cualidad, ceguera funcional.

20090916

VIVA LA REPÚBLICA




Ciudad Real,(Spain) celebra la República en abril de 1931.


Sacamos el pendón municipal, llenamos la Plaza mayor pisándonos zapatos y alpargatas, cubiertos por sombreros, gorras y boinas, con la esperanza puesta en las pupilas y en los oídos, para tocar una realidad que se iba a anunciar por la Corporación Municipal. Se leyeron las últimas noticias y finamente la proclamación de la segunda República. La Monarquia quedó abolida. El Estado democrático y de Derecho tomaba cuerpo.



No muy lejos de allí, agazapados en sus casas, algunos aguardaban instrucciones para desactivar lo que acababa de iniciarse. El dogmatismo propio del catolicismo, esencial para el mantenimiento de la fe, se había trasladado al poder político para mantener una oligarquía privilegiada frente a un pueblo llano deprimido hasta cotas inaceptables conforme a la dignidad humana. Una sociedad pobre, desmembrada, inculta, con un país sin construir, sin infraestructuras ni dotaciones sociales, con la economía desigual y en bancarrota, sin educación universal y ninguna cobertura pública de salud se lanzó a la calle a intentarlo. El resultado ya lo hemos visto: la historia nos lo ha relatado sin escatimar una parte trágica de su recorrido. ¿Aprendimos la lección? ¿Será distinto cuando se intente la 3ª República? La sociedad es otra, el país es otro muy distinto. El sentido común y la naturaleza de las cosas nos marcarán el camino para dejar atrás instituciones obsoletas y de escasa utilidad que solo mantienen algunos de los antiguos privilegios.


Los españoles somos iguales ante la ley (CE) Y ésta, se debe aplicar a todos (sociedad civil, partidos políticos, Parlamento, Poder Judicial y Ejecutivo, así como a los medios de comunicación y las instituciones religiosas) con rigor y justicia. Adelante, el país espera para recuperar el camino del progreso y la felicidad posible, con el imperio del razonamiento y la derrota de todo dogma ajeno a la convivencia.

20090915

El deshielo de Groenlandia podría subir el nivel del mar en EEUU

Un libro que es recomendable por su actualidad








Imagen: Deshielo de Groenlandia en las últimas décadas.



Esta obra ha sido un auténtico fenómeno en Finlandia. Nos lo advirtieron, pero no los escuchamos...Una científica descubre los restos de una antigua civilización sumergida en las costas de la India. Sus investigaciones la llevan a pensar que un megatsunami pudo ser la causa de la tragedia que acabó con la floreciente civilización. Al mismo tiempo, científicos de todo el mundo informan de graves alteraciones en zonas muy distintas del planeta. Amrita empieza a sospechar que las leyendas de la Atlántida y de otras civilizaciones perdidas, del diluvio universal y del arca de Noé están relacionadas, y lo que es más grave, que algo muy similar puede estar llamando a nuestras puertas. No es una obra catastrófica sino una seria advertencia escrita por un divulgador científico europeo.

"RESEÑA: El Deshielo, una obra que plantea al lector la problemática del cambio climático en el en el círculo Polar Ártico. Una historia sin catastrofismos y con rigor científico.

Año 2020: Científicos de todo el mundo no han podido detectar el alcance real y dramático del deshielo en el círculo polar ártico . . .Los síntomas que deberían haberles alertado no se han manifestado de forma evidente hasta muy avanzado el proceso . . .La desaparición de gran parte del mundo que conocemos es un hecho . . . El Deshielo es un bestseller divulgativo que plantea al lector una de las problemáticas más trascendentes de la actualidad a través de una ficción muy esquemática que apela a su conciencia y solicita su compromiso. El hilo conductor de las reflexiones, debates y conversaciones que tienen lugar entre los personajes de la obra, entremezclan conceptos de las ciencias del medio ambiente, la arqueología submarina, la biología, la interpretación de los textos religiosos o filosóficos? De este modo, El Deshielo, además de ser una obra de acción, tiene un gran valor divulgativo. En resumen:

A: la Antartida estaba situada entre la India y Arabia.. ( Platón solo habría contado una historia mas antigua.. y los demás nos creímos que el oeste de su historia era nuestro oeste... etc)

B: Un deshielo fulminante habría provocado tsunamis...

C: El calentamiento también habría provocado la ruptura de bolsas de metano submarino, provocando deslizamientos del fondo marino... y mas tsunamis...

D: El deshielo en Groenlandia crea ríos y lagos superficiales.. que poco a poco van internándose en el interior del glaciar.Al cabo de X tiempo, los glaciares estarían huecos.. y flotando sobra agua..La ruptura del ultimo dique de hielo en la costa, provocaría el deslizamiento de todo el glaciar al mar...

E: todo ese hielo junto provocaría un tsunami y la subida del nivel del mar... y dejaría inestables mas glaciares en groenlandia y la Antartida.

F: La perdida de toda esa masa de hielo provocaría también grandes movimientos tectónicos de la corteza.. para adaptarse a la falta de peso sobre ella.

Son puntos muy interesantes del libro.. muy bien explicados..Y que son calificados de ciencia ficción... pero... ¿ Cuanto tienen de ciencia y cuanto de ficción lo que a Groenlandia se refiere?

TRES ERAN TRES Y TODAS CONFORMES







En el siglo XVII los cánones de la belleza y el gusto por la imagen propia en la mujer eran compatibles con una buena ingesta de carnes y tocinos. La salud de las mujeres eran una buena garantía para la maternidad y para la relación de pareja. Lejos de su exposición, las carnes permanecían ocultas por faldas, enaguas, refajos y tantas prendas como fueran necesarias para cubrirse de las inclemencias del tiempo y de las convenciones sociales. Tan importante era estar saludables conforme a la medicina del tiempo, que no se reparaba en los problemas del colesterol, como garantizar que el amante encontrara en cantidad suficiente magras y prietas carnes con las que encenderse y despues apagarse con la pasión cumplida.


Ahora los modelos que nos ponen de belleza estan muy apartados de las Tres Gracias de Rubens ( para una de ellas había posado su mujer) y si cabe tambien, se apartan de la femineidad más elemental: secas, nervadas, musculosas, varoniles a veces. Quizá no esten muy lejos de estos modelos de belleza de ahora, (que mas parecen efebos o adolescentes, como los que al parecer frecuentaban algunos patricios de Roma o algun Califa medieval), las aficiones de los modistos que marcan tendencia en la moda con confesada homosexualidad. La aversión a las mujeres puede engendrar monstruos.
Es curioso como se hace la representación de las Gracias por Rubens, las tres en corro y en concordia, y la que hace el fotógrafo que recoge la foto con las tres modelos independientes y en discordia. ¡Oh témpora, oh mores! que dijo aquel...


Creo que en el término medio está la virtud, y desde luego en la salud de la mujer, que no demanda ningun tipo de exceso. Q.Ko.

20090913

DIAS DE TORMENTA


El cielo se ha abierto de nuevo, luego de una tarde, y también noche, oscuras y preñadas de nubes de tormenta. En esta tierra en la que todo esta más abierto que en ningún otro no es de extrañar que se tenga un permanente desvío hacia la soledad. Desde cualquier parte de la Mancha, mirar al horizonte, es como mirar al porvenir, quien sabe donde termina y cómo.


Por eso mi permanente tendencia hacia la comunicación. A mí, que me dio la naturaleza virtud especial para las artes plásticas, no me es demasiado difícil salir con grafismos para decir cuanto quiero expresar. Sin embargo no es inusual que me ponga a escribir y suelte cuanto tenga dentro. Con el cielo abierto y las temperaturas templadas por los vientos del noreste las plantas tapizantes que puse en el jardín empiezan a coger el verde intenso que anuncian un crecimiento rápido y de esplendida salud. Tengo que emprender de nuevo las tareas del trabajo semanal y esta improvisada primavera, en las vísperas del otoño, se me antoja un desafío nuevo para tomar los viernes como una nueva liberación y vuelta al pequeño paraíso.


Las luces de estos días están cambiadas, no suelen estar donde nos tenía acostumbrados. En unas horas, a veces en minutos, el cielo se llena de grises revueltos que traen nubes oscuras que amenazan a todo ser viviente. Momentos precisos en los que la naturaleza enseña todo su poder y nosotros nuestra debilidad mas evidente. Viento que huele a tierra mojada, nubes que se enseñorean de los horizontes y cubren con progresiva oscuridad todo cuanto se ve, que en estas enormes llanuras es mucho. Todo queda a merced de lo que los meteoros quieran y para que los seres vivos apenas tengan tiempo para esconderse en los refugios que aprendieron a identificar como eficaces para escapar de las furias desatadas.


Son las vísperas de los cambios que vienen. El invierno se esta acercando y este que nos llega puede ser el primero de la era que ya fue anunciada por los aztecas, hace muchos años. Mis retinas están tomando instantáneas de todo y luego las procesaré cuando acometa el próximo dibujo. Todo sigue según lo previsto. Q.Ko.


Autor: Ilustración:


20090904

A LA SOMBRA EN LA RIBERA


El rumor creciente del agua que pasa sin detenerse ni un segundo llena toda la mañana de cristalina música que inunda toda la espesura. Veo al fondo la umbría de la otra ribera, donde una lagartija pasa rápido buscando los escasos rayos de sol que iluminan los musgos cerca del agua. Un jilguero repite su llamada y otros, a lo lejos, dentro de la arboleda, siguen con su frecuente comunicación. Cerca de mí, colgando sobre el agua una rama de fresno se balancea con la brisa y refulgen sus verdores con la claridad luminosa que le da el sol, destacando sobre el fondo oscuro del bosque. En la rama, una libélula acaba de llegar y se ha posado sin detener apenas sus élitros.

Miro al libro que dejé encima de mis piernas, cuando decidí dejar un momento de leer: no puedo evitar ver mis manos con la huella del tiempo marcada en ellas. Aún recuerdo con claridad la limpieza de mi piel cuando las manos apenas tenían once años. Entonces también me sentaba a la sombra de un nogal para leer, casi siempre para estudiar. Me paso una mano sobre otra para sentir el tacto una vez mas y no puedo evitar un pequeño suspiro propio de haber contenido la respiración mas de lo debido.

A la derecha, las ramas de un marzoleto están cargadas de flores en sazón y llaman a las abejas insistentemente; sube y baja con los pequeños golpes de viento que la brisa trae desde la sierra.
El blanco impoluto de las pequeñas rosas del manzano silvestre llama a la luz para su reunión permanente y hasta los pequeños insectos que tratan de sacar algo en limpio del ramillete de sus estambres hacen su oficio de libar con prisas y sin detenerse ni un solo minuto. Respiro nuevamente, como si fuera la primera vez que lo hago y reclinándome en la hamaca cierro los ojos para el descanso.

No hace mucho que empezó todo, pienso. Como si de un lunático fuera así me escucharon cuantos avisos dije en todos los sitios donde tuve audiencia. Trabajo baldío. Tal y como pensé al principio solo se tomaría en serio el asunto cuando se viera al cielo tronar como nunca lo había hecho, nevar de manera tan copiosa que, antes de terminar de limpiar la calle, ya estaba otra vez llena de nieve. Un viento helado que llenó los vidrios de las ventanas de súbitas cristalizaciones de hielo, ramificando su congelación, vino por fin a dar cuenta de la seriedad del clima que se habría trocado como no se esperaba. Una tonelada de agua en forma de nieve por metro cuadrado, y en algunos sitios dos, dio cuenta de los hundimientos en el llano. La nieve cubría por fin la desolación de una tierra exhausta que esperaba agua de otra forma. La nieve en un copo es leve como una pluma, pero su reunión en bloque puede ser demoledora.

El gran hundimiento se fue extendiendo por toda la llanura. El rugir de la tierra puso a los sordos, los que nunca quisieron oír el efecto de sus desmanes, en cura. Ya era tarde.

Estamos en el mes de julio y apenas cuatro semanas de templado sol nos visitan. El verano se termina con el rumor del agua que corre, extendiendose su música por la ribera. Los insectos cumplieron con sus previsiones y siguen viviendo después de haberse desplazado tanto. Tranquilidad en la ribera, solo los pájaros se atreven a conversar; como si no hubiera pasado nada.

20090902

TABLAS DE DAIMIEL: COMO ERAN ANTES DE SU ACTUAL DECLINAR




(Relación de Pueblos de Felipe II. Daimiel. 13 de diciembre de 1575)


Las Tablas de Daimiel, protegidas (sic) por la figura jurídica de Parque Nacional desde 1973, no fueron nunca como ahora se las ve. La naturaleza dotó a las tierras del campo de Calatrava de un lugar llano, encharcadizo, en el que un paraíso natural hizo su asiento. Famoso en la antiguedad por sus recursos naturales, por su extraordinaria biodiversidad, enriquecido por el amplio y luminoso cielo de la Mancha, el que parece haber caído dulcemente, con toda su inmensidad, sobre la tierra, declina en un último extertor ante la pasividad de los nativos, mas atentos a apurar hasta la consunción sus recursos de agua que a ver cómo el gran huevo de oro de su biodiversidad se pierde, y con ella su futuro y el de sus hijos y descendientes. Posiblemente si se pierden su fuentes hídricas finalmente, como parece ser, nunca mas será como antes. La tierra busca su asiento y la gran esponja que retenía sus humedales se convierte en una tierra compacta que se vengará con crecidas y arrastres nunca conocidos.



Las Tablas en el siglo XVI eran así, como se describen mas arriba. Para mas información:

http://www.uclm.es/ceclm/b_virtual/libros/Relaciones_CR/index.htm


20090820

VUELTA AL MAR

Por esta ría hice mi iniciación a la náutica. Mi amigo el Guaje tuvo la santa paciencia de enseñarme las primeras letras.
Cuando te abres al mar, el viento y el oleaje es muy distinto de la navegación fluvial. La mar es como si volvieras a estar en brazos de tu madre, indefenso y a la vez con toda la vida en tus manos. No se termina de comprender el auténtico valor de la navegación de los tiempos anteriores al motor hasta que no te haces al mar a vela.
Los días que estuve navegando volvieron a mi memoria todas las escenas de navegación memorizadas desde chico, de los libros que leí. Las aventuras de Sandokán, y de los piratas, de Salgari, Moby Dick, de Melville y tantos otros en los que sentía la vida en el mar. La imaginación es un oficio muy próximo a la aventura, y ésta, está permanentemente en el mar.
Hace 2600 años algunos de los celtas que poblaron Navia hicieron más de una vez la ruta de salida al mar desde la ría. Bien es verdad que el trazado de la ría esta modificado por la obsesión ingenieril, pero la naturaleza, que es terca, tiende a ir poniendo las cosas en su sitio mas pronto que tarde. En aquel entonces, la salida se hacía con remo y con vela. En tierra, carpinteros de ribera, armadores y constructores, fueron reteniendo con la experiencia las pericias para el aprovechamiento óptimo de las maderas, del calafateado, y de los cabos y velas que hacían posible el desplazamiento por el mar. Los marinos, desde siempre fueron progresando con su experiencia y mejorando con selección natural, los más diestros, los mas expertos eran los que sobrevivían y trasladaban su ciencia a los demás.
Las cuadernas de un barco crujen, suenan, con el movimiento de las olas haciendo suyo el quejido que han hecho las ramas de los árboles al rozarse unas con otras por el viento racheado.
El viento, permanente compañero del mar, va y viene con su invisible transitar, esperando que las velas denuncien su empuje.
Las estrellas, referencia fija para el marino, suelen ocultarse con las nubes para mayor inquietud. La brújula, que marca el rumbo a seguir fue el permanente asidero mucho mas tarde. Así, la navegación, solo se hacía mas tranquila sin apartarse de las costas.
Me preguntaron si me mareaba con el bailecito de las olas. Es verdad que en otros sitios me he llegado a marear algo, como en las atracciones de la feria o en los columpios. Pero en el mar ni siquiera se me puso la cabeza tonta. Sospecho que debo tener algún antepasado marino, porque mi entrada en la navegación fue como volver a casa. No creo que sea la última vez que lo haga. Bien está lo que está bien.

20090819

LA TORMENTA


Todos los días nos rendimos a la naturaleza y cerramos los ojos perdiendo el sentido. Todos los días, sin faltar uno, dormimos y finalmente despertamos. Al hacerlo recuperamos normalmente todo lo que dejamos el día anterior, la memoria no nos falla, (al menos por el momento) y así reconocemos todo como si nunca nos hubiéramos la razón.
Sé que al despertar, si al asomarnos a la ventana hay un cielo muy cerrado la sensación es que parece que las cosas cambiaron sustancialmente. En estas latitudes no es habitual encontrar los cielos demasiado cerrados, incluso cuando va a llover. Ver un cielo negro, con las nubes densas y amenazantes, con las luces cambiadas, da un escenificación de lo extraordinario y asoma la auténtica dimensión de la fuerza de la naturaleza.
En su cuadro “La Tempestad” Giorgione, como se llamaba a Giorgio Barbarelli da Castellfranco (Veneto), pintaba un cielo muy denso y cerrado y, en una de las primaras veces que, en la pintura de la época, aparecía como protagonista principal el paisaje, la naturaleza y no las figuras del cuadro, una mujer y su hijo, con un hombre al fondo observando. Era la puesta en escena de la natura como fuerza indomable por encima del ser humano y sus cuitas.
El azul casi veraniego de estos días se fue mudando hacia el pardo color del bochorno. El viento agita las semillas y tierras más llevaderas y una calima caliente, como rosácea niebla espectral, se cierne sobre nuestras tardes. Los árboles se oscurecen en su verde, tostado por el estiaje; las casas se tiñen de colores en tonos pastel que dulcifican sus luces. Y en los cuerpos de todos nosotros sufrimos las acometidas de las mudanzas en la presión atmosférica. Jaquecas, migrañas, y depresiones se asoman habituales. Es la presencia de la naturaleza que viene, como suele hacer, a darnos el toque habitual para decirnos: yo soy la dueña y señora de este orden.
Giorgione, maestro del gran Ticiano, da una lección de color y luz con la mayor expresividad de un sensible artista. Recuerda cómo la naturaleza es la madre de la vida y, de vez en cuando, muestra su cara más temible. El nacimiento, el amor, las pasiones, el poder, la civilización; todo, cede ante la naturaleza que cobra su tributo, o simplemente recuerda que solo somos hijos de ella. Nos podemos creer que somos los que dominamos el mundo, el curso de la historia parece darnos la razón; sin embargo, la naturaleza, advierte algunas veces nuestra condición y nos puede truncar cualquier proyecto que no respete la vida y las leyes que la rigen. El olvido de esto puede traer el atropello de las relaciones humanas, de interponerse entre los que quieren vivir con un poco de felicidad. El artificio esta siempre más lejos de la felicidad que el orden natural.
Y el orden natural, se pierde tanto cuando se entrega uno al sueño, como se recupera al despertar. Como cuando sale el arco iris con la primera rendija entre las densas y oscuras nubes de la tempestad.

20090805

LA MANCHA HÚMEDA VUELVE (O EL DEQUITE DE LA NATURALEZA)




En estos momentos, no es seguro que haya que preocuparse para el inmediato futuro por el llenado de los acuíferos de la Mancha. El anormal comportamiento de la Corriente del Golfo indica que el clima va a cambiar drásticamente. No están lejos los días en que los cuatrocientos litros anuales de precipitación en la zona se troquen en cuatro veces más. (Ver el siguiente blog: www.climaticchangenow.blogspot.com). Por otra parte, las extracciones para riego no van a ser necesarias y los extractores compulsivos se verán en el trance de tener que vender las bombas de extracción y pensar en otros cultivos, por el cambio brusco de clima.
Creo que no estaría mal que se dieran a las castañas y a la ganadería. Los castañares pueden ser el gran cultivo de la Mancha en las próximas décadas. Y las vacas, ovejas, cerdos y demás especies aprovechables, que tendrán pasto permanente todo el año. O a la industria del Marron Glacè. Ourense no va a ser un competidor, por los cambios que vendrán.
Las poblaciones de la Mancha no tendrán, en absoluto, problema de abastecimiento de agua, ni de su calidad.
Lo único malo (o excelente para la naturaleza y para todos) es que habrá amplias zonas de la Mancha que estarán permanentemente encharcadas como lo estuvieron en siglos pasados y, esas hectáreas, están en muchos casos ocupadas incluso por las poblaciones. La Mancha húmeda será una joya natural internacional de nuevo. Aunque haya que salir a nado en algunos casos. (La foto es un anticipo). Q.KO.